Se veía venir. Luego de que la primera dama Nadine Heredia prácticamente fijara la posición oficial respecto a la posible adquisición de Repsol –“si las cifras no cuadran, la compra no va”, dijo en su momento–, el Gobierno finalmente dio marcha atrás en su pretensión que había disparado las alarmas en los sectores productivos del país.
En un comunicado, Petroperú informó que desiste de seguir con la negociación para hacerse con los activos de la empresa española, que incluían La Pampilla, una red de grifos y una planta de gas, operación que desató una ola de críticas técnicas y políticas, debido a que se temía un cambio de rumbo económico y el viraje hacia la Gran Transformación, plan de corte estatista e intervencionista al que Ollanta Humala tuvo que renunciar para llegar al poder.
“Producto de la evaluación técnica, económica y financiera presentada por la administración de la empresa sobre el portafolio de sus proyectos de inversión, en el que se incluyó la posible compra de algunos activos de Repsol, el Directorio, en sesión llevada a cabo en la fecha, acordó no continuar participando en el referido proceso”, señala el documento.
La escueta nota agrega que Petroperú priorizará la ejecución de su cartera de proyectos en curso.
NIEGAN PRESIÓN POLÍTICA
Pese a que todo apunta a lo contrario, el ministro de Energía y Minas, Jorge Merino, aseguró que esta decisión no se tomó bajo ninguna presión política y siguió una “lógica empresarial”.
“Aquí hay una decisión técnica, económica y financiera muy detallada de todo el porfolio de negocios que tiene Petroperú. Además, quisiera ratificar que no hay discusión dentro del gabinete ministerial (por este tema)”, dijo, en alusión las versiones de que algunos ministros condicionaron su permanencia en el gabinete a que el Gobierno abandone su pretensión de comprar Repsol.
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