La presidenta del Comité Latinoamericano de Asuntos Financieros afirma que en el Perú tenemos muy malas instituciones, y que, si esto no cambia, nunca estará firme la seguridad en el país.
“Si no cambias la base institucional, nunca vas a garantizar seguridad ciudadana”. Así de clara es su visión del panorama social y económico. Pide, además, reformar el tema de los impuestos. “El impuesto predial en el Perú es bajísimo”, reflexiona, contundente.
¿Cuál es tu balance de estos últimos 24 años?
Muy positivo. El Perú ha cambiado completamente de modelo de funcionamiento gracias a una serie de reformas en los años noventa. Se volvió una economía mucho más de mercado con una serie de liberalizaciones financieras y comerciales, lo que le permitió tener una senda de crecimiento sostenido a partir del 2003-2004.
Gracias a ese crecimiento nació una clase privada a la que le interesó internacionalizar el país, no pensando en cómo se sustituían las importaciones mediante aranceles y tarifas, sino mirando hacia afuera, reconociendo que el mundo es mucho más grande que nosotros y queriendo aprovechar nuestra ventajas comparativas, y eso lo ha hecho muy fuerte.
Dices que pudimos crecer desde el 2003, el último episodio de boom de commodities global. ¿Para aprovechar mejor ese momento eran necesarias las reformas de los 90?
Totalmente. Mira a Argentina y Venezuela ahorita, son países exportadores de commodities netos, Venezuela con el petróleo y Argentina con alimentos. Allí ha habido un retroceso impresionante. Los vientos a favor te van a ayudar, pero sin las reformas de base te atracas como Argentina y Venezuela. Por supuesto, esto trae vulnerabilidades…
En el Perú hicimos muchas reformas hasta el 97 y 98, y a partir de allí se retrotrajeron algunas, por ejemplo, la laboral. Ahora discutimos sobre las reformas de segundo piso. A tu juicio, ¿por qué son necesarias?
Hubo lo que se llama una primera rueda de reformas: de corte financiero y comercial, fueron fuertes, hubo mucha liberalización, pero hay una reforma que se paró cuando Perú comienza a crecer. Perú hace reformas motivado por una hiperinflación enorme y porque no tenía cimientos para el crecimiento, y toda América Latina comienza a hacer reformas.
¿Qué crees que motivó esa primera ronda de reformas?
La economía estaba absolutamente aplanada, destrozada, pero, además, se comienzan a conjugar otras cosas. En 1982 Perú hace default, sale completamente de los mercados internacionales, nadie le presta nada, viene la década perdida de América Latina y no había ninguna expectativa sobre el país, no había ningún inversionista al que le interesara el país.
La oportunidad está ahí simplemente porque no tienes otra. Y comienza a generarse una clase que empieza a creer en el país. Yo recuerdo cuando venía a fines de los 90 y se preguntaba qué se podría hacer para ser grado de inversión, y ahora Perú es grado de inversión, pero se entró en el conformismo, en pesar que con lo que hemos hecho ya es suficiente. Para mí hay una reforma que se tiene que hacer, la más importante y la más difícil: la judicial. La falta de calidad institucional es una traba para el país gigantesca, simplemente desalienta.
Las reformas de mercado, sin instituciones, convierten a la plaza en el far west, ¿no? Eso es lo que, pareciera, estamos viviendo hoy…
Muchos confunden mercado con el hecho de que no debe haber instituciones o regulaciones, pero así no es. Si tienes una banca y no tienes regulación, ¿cómo es posible ejecutar una garantía? El mercado y la regulación van juntos; lo que pasa es que hay regulaciones buenas y malas. Lo que nunca debes hacer es controlar precios, por ejemplo. Nosotros tenemos muy malas instituciones, puedes hacer reformitas aquí o allá, pero si nunca cambias la base institucional, nunca vas a garantizar seguridad ciudadana o respeto por los derechos de propiedad, lo que es básico para una economía desarrollada.
En Perú se ha reducido la pobreza a la mitad y la desigualdad de manera importante… ¿Cómo ves ese proceso?
No se ha reducido la desigualdad urbana-rural.
Según los estudios de Richard Webb, las zonas rurales están creciendo a una tasa seis veces mayor que la urbana, lo que significa que el proceso de convergencia se está dando…
Sí, conozco el estudio, pero tenemos otra amenaza si los vientos cambian negativamente. Hemos tenido en los periodos de auge toda una nueva clase media emergente que fácilmente puede retroceder. Eso es un peligro enorme, porque es gente que ya está acostumbrada a ser clase media y que quizá ya no lo va a ser.
Hubo crecimiento. (Bloomberg)
¿Estás a favor o en contra de los programas sociales?
Depende cómo. Uno no puede decir a favor o en contra de manera absoluta. Por ejemplo, Santiago Levy, del BID, que generó el primer programa en México, ahora está muy arrepentido, porque se politizaron y generaron incentivos perversos. Yo te diría que a mí no me gustan las recetas que tienen solo un ingrediente. Perú tiene un déficit educacional inmenso, con lo que yo no voy a solucionar ningún problema de desigualdad si no ataco el problema de educación. Yo veo estos programas como transitorios; es decir, yo voy haciendo la reforma grande, pero no voy a permitir que mi gente se muera. El problema es que los países nos reconocen la transitoriedad.
¿No crees que deberíamos diferenciar a la pobreza extrema de la pobreza? La pobreza necesita de incentivos, pero, en el caso de la pobreza extrema, ahí nos encontramos con un círculo vicioso, ahí sí hace falta un resorte para siquiera tener la posibilidad de pasar a otra etapa…
Por eso te digo, hay varios niveles, el problema es complejo y no se puede solucionar con una sola receta. Creo que, incluso antes de pensar en educación, hay que pensar en salud. Si un niño está desnutrido, olvídate de todo lo demás. Es un tema que hay que atacar desde la gestación. Ahí sí yo veo una fuerte importancia al apoyo de estos programas sociales. Un cerebro malnutrido simplemente no aprende.
Para muchos es difícil entender las externalidades positivas de estos programas…
Si haces un programa completo y tienes una población a la que no se le dio nada y es de transición, necesitan algo de ayuda, porque yo no quiero que mi población muera, pero a la vez no quiero que esta población siga aumentando. Entonces tengo que poner la base: programas de asistencia, más definidos, pero de entrada y de salida, es decir, cuándo entras y cuándo sales. Porque, de lo contrario, se entrampa uno y no hay ningún incentivo más allá de ver cómo recibo este asistencialismo.
¿Qué otras reformas nos urgen?
Impuestos. Esa es otra reforma. El impuesto predial en Perú es bajísimo. En EE.UU. financia los colegios. La recolección en Perú se hace a través del impuesto fácil, que es al valor agregado.
¿Cuál es el techo al que podemos aspirar con estas limitaciones?
No somos solamente nosotros; es un tema latinoamericano. Hay unas tablas del economista Angus Madison que son las tablas de crecimiento, y son para morirse. Según estas, América Latina está revirtiendo la tendencia que ha tenido en los últimos 200 años. Si no tenemos mejoras en productividad e institucionales, parece ser que el techo seguirá siendo del 3% o 4%, que es el de siempre. En otras palabras, la macroeconomía buena sirve, y mucho, pero no alcanza, no basta para sacarte del subdesarrollo…
PROGRAMAS SOCIALES. No se puede estar a favor o en contra de los programas asistenciales de forma absoluta. Se debe priorizar la educación. (Heiner Aparicio)
Y, si crecemos por debajo del 5%, ponemos en riesgo lo avanzado…
Por supuesto, y definitivamente vamos a crecer a menos de 5%.
¿En el caso de Perú, la caída en tasa de crecimiento potencial tiene que ver más con factores internos o externos?
Hay dos puntos: definitivamente hay un componente externo importantísimo, porque resulta que toda América Latina y todos los emergentes se están desacelerando. Yo soy presidenta del Comité Latinoamericano de Asuntos Financieros, formado por distintos economistas latinoamericanos. El Banco Central nos auspició para que viniéramos y sacamos una declaración llamada “La desaceleración de los emergentes”. Lo que dice es que, si todos los emergentes están desacelerando su crecimiento, obviamente tiene que haber factores externos.
Pero, si uno mira los perfiles de producción, no de competitividad de América Latina, no son homogéneos: Argentina produce granos, Venezuela petróleo, Bolivia gas y soya, Perú básicamente minería, donde el oro no se ha desplomado y el cobre se mantiene…
Tengo una visión un poco diferente. Para empezar, porque si todos caen, es obvio que hay un factor común. Los inversionistas extranjeros no hacen sus proyecciones de inversión basados en el precio de ahora, sino sobre las expectativas de lo que creen que va a pasar. Primero, la visión de nuestro comité es más negativa que el consenso sobre China. Lo que sucede es que China hizo demasiadas inversiones malas y, además, el sector privado se sobreendeudó. La única razón por la que no termina en crisis bancaria es, primero, porque tiene tantas reservas y, segundo, porque no es una economía de mercado. Si China fuera un país latinoamericano, ya habría reventado hace rato, pero está controlado. China tiene que cambiar de modelo, y lo sabe.
¿Cuáles son entonces esos factores comunes para América Latina?
Mi temor es que pasen dos cosas en la parte externa. Primero, que inversionistas internacionales, sobre todo mineros, piensen que lo que invirtieron, lo que se comprometieron a invertir, lo mantengan. Pero, al no estar seguros del precio del cobre a futuro, y si China no está tan bien como se piensa, si el inversionista cree que el margen de rentabilidad va a bajar, mi temor es por las inversiones nuevas en el sector minero, no las ya comprometidas…
¿Y cuáles serían los factores internos, propios de este gobierno?
No se avanzó nada en productividad, en educación. La competitividad se puede manejar hasta con el tipo de cambio, no es productividad. Tenemos que hablar de oferta. El BCR tiene unos cuantos instrumentitos y los usa muy bien, dicho sea de paso. La parte de cómo generas realmente crecimiento sostenido y que no tenga que ver con si se sube o no la tasa de interés y si se deprecia o no la moneda porque así se hacen negocios a corto plazo y eso no es sostenido. Productividad es capital humano, infraestructura, partidos políticos, porque, ¿cómo cambian las instituciones si no?
ESPECIALISTA. “América revierte tendencias de hace 200 años”. (Martín Pauca)
Para ti las palabras claves de crecimiento son productividad e instituciones, ¿cierto?
Así es. Esas dos son las que fomentan el crecimiento; lo demás va a ayudar a evitar una crisis, te va a permitir crecer en el corto plazo, pero te llevan a pensar que, como las cosas se encuentran bien, van a estar bien siempre. Y eso es una fantasía.
¿Cuáles son las restricciones para mejorar la productividad local, además de instituciones, que es un asunto transversal?
Lo primero es que aquí hay muchísimas trabas para hacer negocios. Incluso cuando estábamos en el auge los inversionistas decían: no puedo, tengo tanta traba para sacar hasta una pequeña licencia. Lo bueno, en el fondo, es que con una buena voluntad política se puede cambiar las cosas.
¿El problema es de liderazgo?
Sí.
¿Eres optimista? ¿Ves alguna persona capaz de encarnar ese liderazgo?
Soy optimista, sí, un poco, pero no veo personas en la clase política, ahora mismo no; no veo innovación en la clase política. Pero la razón de mi esperanza es que la clase empresarial ha avanzado mucho: en este país no había nada, ni siquiera una base de empresarios. Al comienzo de la conversación hablábamos del cambio de modelo. Antes de que eso ocurra la idea del mercado no estaba aceptada. Ahora, la economía a todo nivel se insertó en el mercado, y a todos les conviene.
¿Qué nos conviene exactamente?
A la gran mayoría de la población le conviene el respeto de contratos, seguridad ciudadana, reducir las trabas. Y la gente lo entiende así. Entonces, si un partido se lanza con eso en campaña, va a encontrar eco en la población. Eso antes no hubiera pasado.
DÉFICIT. La educación está en debe en el gobierno de Humala. (Heiner Aparicio)
Por Juan José Garrido (director@peru21.com)
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