No fue la prensa, la oposición parlamentaria o la sociedad civil la que calificó al gabinete Zavala como uno de lujo. Si revisamos las notas periodísticas de mediados del año pasado, podremos advertir que ese calificativo fue acuñado por el propio Pedro Pablo Kuczynski.
Debo confesar que nunca había reparado en el detalle de lo que implicaba esta calificación con la que se bautizó al primer equipo ministerial PPKausa. Quizá el mismo mandatario nos estaba advirtiendo inconscientemente lo que se nos avecinaba, pues si revisamos el significado de la palabra “lujo”, en estricto no me sentiría muy halagado.
Así tenemos que, según el diccionario de la lengua española, las dos principales acepciones del vocablo “lujo” son “demasía en el adorno, en la pompa y en el regalo” o “abundancia de cosas no necesarias”. En consecuencia y si nos ceñimos al significado puro del calificativo ministerial, podríamos afirmar que un “gabinete de lujo” es un abalorio gubernamental o un conjunto de profesionales cuya función antes que ejecutiva es más bien fútil.
Probablemente, el presidente Kuczynski, al referirse a su equipo de gobierno como “de lujo”, quiso resaltar las “inigualables capacidades” con las que cuenta cada uno de ellos y que en conjunto constituirían un “dream team” ministerial. Suponiendo que esa fue la verdadera intención del calificativo, entonces resulta completamente válido que la sociedad civil y la oposición parlamentaria les reclamen resultados que, a poco más de diez meses de iniciar esta gestión, no se perciben de forma clara.
Al parecer, la afirmación de que tendríamos un “gabinete de lujo” solo fue un desliz conceptual del presidente Kuczynski; que a estas alturas suponemos estará evaluando dejar de lado lo suntuoso e ineficiente, y reemplazarlo por operadores técnicos y políticos que realmente lo ayuden a gobernar.
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