Mónica Delta,Opina.21
mdelta@peru21.com
Sin embargo, la procesión parece ir por dentro para el Gobierno. Para empezar, el llamado “gabinete del diálogo” se está desgastando a pasos agigantados por sus ‘decires’, su inacción y por sus propios desencuentros. El primer ministro Juan Jiménez da la impresión de haber perdido la calma y se ha convertido en un personaje de novela, que pretende imponerle al país y a la prensa el guion a seguir, mientras que los hechos lo sobrepasan. Las zancadillas públicas son evidentes y es un secreto a voces que por lo menos hay dos ‘bandos’ dentro del Consejo de Ministros. Los gremios sindicales, con la complicidad silenciosa de algunos ministros, han comenzado a hacer ‘tiro al blanco’ contra el ministro de Economía, Luis Miguel Castilla, a quien llaman todopoderoso y critican “su insensibilidad”. La ministra de Educación, con su permisividad, ha hecho evidente el avance del sector violentista del Conare- Sutep. La ideología de Sendero ya está infiltrada en aulas escolares y universitarias. Según últimas encuestas, más del 90 por ciento percibe un resurgimiento del terrorismo. La lucha contra el narcoterrorismo en el VRAEM está, lamentablemente, repleta de desaciertos. Aseguran que hay una estrategia, pero las condiciones en las que luchan los policías y los militares son desastrosas. Así no le ganamos a nadie. Hemos pasado por los gabinetes de la inclusión al de la cohesión y, ahora, al del diálogo; les encantan las denominaciones. Con este último, las huelgas han arreciado y solo se logró que Conga quedara paralizado indefinidamente. Es una paradoja que el modelo económico siga funcionando, sigamos pensando que somos impermeables a cualquier crisis y que, en el ámbito del manejo social y político, sigamos retrocediendo. La pregunta es:¿hasta dónde y por cuánto tiempo?.
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