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Opinión

Cuando mi hija de siete años se enteró de que el ratón Pérez no existía, generalizó rápidamente esta información y dedujo que entonces Papa Noel tampoco.

Lucía de Althaus,Opina.21
www.parentalidad.pe

Cuando mi hija de siete años se enteró de que el ratón Pérez no existía, generalizó rápidamente esta información y dedujo que entonces Papa Noel tampoco. Se suele llamar a esta edad “la edad de la razón”, donde algo en su pensamiento cambia. Están más atentos a los asuntos de la vida cotidiana y real, sienten más curiosidad por cómo son las cosas en verdad, cuestionan con facilidad lo que antes se daba por hecho. Piaget llamó a esto la etapa de operaciones concretas, donde empiezan a usar una lógica todavía concreta, pero que les sirve para argumentar y preguntar más. Esto viene unido a la capacidad para entender los problemas desde diferentes puntos de vista, lo que da fin a una etapa más egocéntrica. Además, aparece el pensamiento inductivo, y generalizan una idea a partir de una sola referencia, como le pasó a mi hija con la desilusión de papa Noel.

Si bien esto es algo magnífico, da cierta pena también. Esto se debe a que vemos a nuestros hijos de 7 años empezar a convertirse en pequeños adultos, con preguntas para las cuales no siempre estamos preparados, con respuestas lógicas que nos confrontan y nos hacen darnos cuenta de que nuestros bebés crecen, y muy rápido.


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