Lucía de Althaus,Opina.21
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Los valores se enseñan con el ejemplo de nuestras acciones desde que nuestros hijos nacen. Nos observan cómo les hablamos a las personas que viven y trabajan en nuestra casa, si saludamos todos los días al guardián del edificio o del colegio, si agradecemos cuando en la calle alguien nos da el paso con amabilidad. Para reforzar esas maneras respetuosas de vincularnos, para que nuestros hijos sean agradecidos y respeten a todos por igual, existe una etapa ideal en donde instaurar, a nivel explícito, estas normas de convivencia: entre los 7 y los 9 años, la etapa de latencia. Esta es una fase en la que adquieren la capacidad de pensar sobre otros, de contemplar que otro puede tener un pensamiento distinto al suyo, y nuestra enseñanza ahí es decirles que esa diferencia tiene que ser respetada. Es ahora cuando se inician la lógica y el cuestionamiento; asimismo, cuando tienen disposición a oírnos, pues están en un periodo de calma previa al torbellino de la pubertad y adolescencia, etapas en las que es muy probable que nos dejen de escuchar.
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