Según una breve búsqueda en Internet, Keiko Fujimori, Alan García y PPK, los principales líderes políticos según las encuestas, apoyaron recientemente el proyecto de ley por la unión civil. No fueron los únicos; Marco Arana, Susana Villarán, entre otros, se sumaron al esfuerzo con igual ahínco. ¿Qué pasó anteayer? ¿Dónde estaban, qué ocupaban o qué los ocupaba por encima de esta pretensión? Para muchos, desaparecieron por puro cálculo político. Claro, hace tres años, cuando las elecciones no estaban en la agenda, estar a favor de una iniciativa liberal y progresista como la unión civil sonaba muy coherente y moderno. Pero hoy, que estamos ad portas del último fragmento del proceso, ya no suena tanto. Esto, como verán, no solo demuestra la oscuridad, por decirlo de una manera, en la que viven nuestros líderes políticos, sino también la apatía por acercarse a los electores, a sus necesidades y pensamiento.
Según nuestro cálculo, el 36% de los que irán a las urnas en el 2016 tendrán entre los 18 y 30 años. Revisando las fichas de la última encuesta realizada sobre el tema, si bien el rechazo es mayor, son los más jóvenes quienes aprueban en mayor medida la propuesta. Y no sé ustedes, pero a mí me da la impresión de que poco a poco serán menos aquellos a los que les preocupen esos prejuicios de mi generación y anteriores. Es más, diría que pronto entenderán que son anacrónicos, contradictorios con las libertades de las que gozan y con las cuales se expresan.
Nuestro país está rezagado en las libertades básicas, ya ni siquiera frente a los países desarrollados, sino ante sus pares regionales. Esto, lamentablemente, es histórico: fuimos de los últimos en aprobar el voto femenino o en abolir la esclavitud, por ejemplo. Así que no tiene nada de raro este rezago, lo que no significa que debamos consentirlo. Piensen en el voto femenino y la esclavitud, es lo mismo. El problema, como señalamos ayer, es para esos miles (millones) que seguirán sufriendo durante la espera.
Juan José Garrido
director@peru21.com
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