Mariana de Althaus,Dramaturga
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com
La madurez creativa de Mariana de Althaus impresiona. Obra a obra se supera a sí misma y, con la verdad del teatro, nos sumerge en esa complejidad aterradora llamada ser humano. El sistema solar, su nueva creación dramática, presenta a una familia –en plena Navidad– cuyos conflictos la llevan al borde de la destrucción. El escenario elegido para montar esta magnífica obra es la galería 80m2 (Malecón Pazos 252, Barranco). Va de V a L, a las 8 p.m.
¿Qué es para ti la familia?
En los últimos años ha sido mi salvavidas. Durante mucha parte de mi vida me pasé negando la importancia de la familia. Soy hija de padres separados y, quizás por ello, durante mucho tiempo dije que nunca iba a casarme y, menos, a tener hijos. Pero ahora que soy madre siento la necesidad de encontrarle la gracia, de reconocer su importancia, de recuperar la ilusión infantil de tener y vivir en familia, y de disfrutar la Navidad, algo que no hice durante la mayor parte de mi vida.
¿Tuviste una relación conflictiva con tus padres?
Como casi todo el mundo. En relación con mi mamá, mi adolescencia fue furiosa. Fui una adolescente un tanto dramática… todavía lo soy (ríe). Felizmente, mis padres esperaron pacientemente que recuperase la cordura, y ahora tenemos una relación muy buena. La maternidad me dio la capacidad de reconciliarme con ellos y de darme cuenta de que tenía una familia maravillosa.
¿Cómo ha sido la relación con tu padre Jaime de Althaus?
Muy buena, quizás porque no vivía con él. Mi relación ha sido un tanto edípica, y nunca lo cuestioné. Es más, nos parecemos mucho, tengo una identificación emocional con él. Tenemos una forma parecida de ser, de comportarnos, de decidir y de relacionarnos con el mundo.
Y te pregunto por la familia porque en tus obras hay una recurrencia hacia ese tema…
La familia es un gran tema en el mundo contemporáneo pues está en crisis: hay nuevos modelos de familia, todo el mundo se divorcia, muchas mujeres deciden no tener hijos, etcétera. Y, como te dije, por ser hija de padres divorciados, siempre he sentido esa nostalgia por la familia nuclear, cuando mis padres estaban juntos.
Pero las familias que presentas no son precisamente idílicas…
En mi primera infancia, mi familia fue idílica, pero, de pronto, todo dejó de ser hermoso y las navidades, por ejemplo, pasaron a ser tristes. Sin embargo, en todas las familias hay una pulsión hacia la reunión. En mi familia siempre nos chocamos con problemas, con conflictos, pero siempre volvemos a reunirnos… y esto es lo que nos salva.
Todos los personajes de El sistema solar viven un drama interno muy intenso…
Es un mundo cerrado, con gente que gira alrededor de un sol: el papá. Ellos quieren cambiar de galaxia, ser libres, pero no pueden, pues hay una fuerza que los atrae y los enloquece.
Es verdad, has construido un mundo de locos…
(Ríe). Es el mundo de cada una de nuestras familias. Si las observamos, nos daremos cuenta de que vivimos en un mundo de insanos. Cuando uno reconoce que está loco, es el momento en que se encamina hacia la salud pues, para soportar el mundo que hoy vivimos, hay que estar un poco orate.
Como si fuera poco, todos los conflictos de la familia de tu obra estallan en Navidad…
No hay nada más familiar que la Navidad, no hay nada más forzado que la Navidad. En un sentido, la Navidad es terrible porque nos hace sentir que estamos obligados a amar, a reconciliarnos, a unirnos, a pasarla bien; que podemos perdonarnos, reconciliarnos. Nos creemos esto, pero lo triste es que, pasada la Navidad, todo se desmorona, nos damos cuenta de que todo es artificial. Yo odié la Navidad durante toda mi vida, pero hoy, que soy mamá, me encanta, pues es la ilusión de mi hija (ríe).
Has elegido un escenario alternativo para la obra…
Hace tiempo que tenía ganas de hacer algo en un espacio distinto, como los que vi en Buenos Aires. Es una experiencia nueva, aterradora, pero que me ilusiona. Además, siento que es necesario hacer experiencias de este tipo aquí pues cada vez hay más actores, más público, más propuestas, pero no necesariamente más salas. El teatro peruano debe buscar más espacios alternativos.
¿Ves el arte como una catarsis o como un mecanismo de sobrevivencia?
Es fundamental para mi salud mental. Tengo la suerte de exorcizar muchos demonios por medio de mi trabajo. Si no hubiera escrito mis obras, sería una persona mucho más loca (ríe).
¿Vives, luego escribes?
Muchas de mis historias nacen de lo que he vivido, pero también de lo que me han contado. Claro, modifico algunos sucesos para que sean más interesantes porque, la verdad, mi vida no es muy interesante (ríe).
AUTOFICHA
- Gustavo Bueno, Valeria Escandón y los demás actores de El sistema solar están trabajando por amor al teatro, sabiendo que su retribución económica será simbólica.
- Mi casa es una obra de teatro, yo misma soy una obra de teatro permanente. Por eso, mi hija de cinco años está harta del teatro (risas).
- A mi hija le quiero transmitir paz. Por eso hago teatro, para no enloquecerla con mis dramas. Aunque ella misma me dice: “Mamá, por favor, basta de dramas (risas)”.
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