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"Sentí que cada día de rodaje era el último"

“El evangelio significa una buena nueva, algo espiritual y religioso. La carne tiene más que ver con que somos personas que tropiezan y se levantan, con egos y vanidad”, nos dice el director de El evangelio de la carne.

Foto: César Fajardo.
Foto: César Fajardo.

Eduardo Mendoza está frente al que considera su proyecto más personal. El evangelio de la carne, película sobre penitencia y redención, va por su quinta semana en cartelera. Todo un logro para una cinta que retrata fielmente a una Lima en la que estamos inmersos todos, batallando contra sus demonios y su neurótica efervescencia.

Desde tu primer largometraje, Mañana te cuento (2005), ya tenías el embrión de El evangelio de la carne, aunque ahora reconoces que no estabas preparado para dirigirla.
En ese momento sentía que sí estaba preparado. Tú crees que lo puedes todo, pero viéndolo en perspectiva era una locura. No tenía la experiencia de vida para afrontar los temas que se tocan en la película ni el oficio como director para dirigir algo así.

Es una película ambiciosa…
No quería encerrarme, mi idea era hacer una película en que la ciudad fuese protagonista y tocar temas que a mí me interesaban, como la fe, la redención, las barras y la religión. Y si había un solo protagonista no iba a poder cubrir todo esto. De ahí viene la idea de tener 3 personajes principales con todas sus subtramas.

Entonces nace de una necesidad muy personal, de contar tus inquietudes…
Totalmente, es la película que siempre quise hacer, que busqué realizar toda mi vida.

¿Y por qué tardaste tanto?
Primero porque es muy difícil hacer una película en el Perú, por más simple que sea. Un filme de la complejidad de El evangelio… aún más. Esta llega en un momento en que pude no hacerla, me mudé porque no tenía dinero, mi esposa acababa de dar a luz… Entonces, el proceso de rodaje era durísimo. Lo he hecho sin dormir, en un estado que hoy veo en perspectiva y no entiendo. Tenía algo de esa fe de la que habla la historia, estaba en un nivel de obstinación y obsesión por sacarla… Sentía que cada día de rodaje era el último día de mi vida, encaré la película de esa manera, como si ese día fuese el último en el que filmaba. Tal vez la película se siente así porque yo estaba casi tan mal como los personajes. Estaba que ya no podía más.

¿Y también encontraste tu redención?
Hice lo que tanto quería, cumplí. Claro que estoy contento, pero más allá de una alegría es un alivio, era algo que me había propuesto desde muy chico. Y el haber hecho una película que transcendiera el ámbito cinematográfico y se convirtiera en un tema de debate ha sido un logro. Era una cruz con la que he cargado, y ahora me siento más tranquilo.

¿Y por qué crees que la gente se ha unido al debate?
Como han dicho algunos críticos de cine, frente a esta imagen del Perú y del crecimiento de 6.6%, de las cifras macro y la marca Perú, hay una ciudad que enfrentamos todos los días, de contrastes, que lucha por encontrar un sentido. Pero en esa lucha se crean roces, fisuras y enfrentamientos. Así como hay solidaridad, entrega y amor, hay corrupción, egoísmo, y esta enorme ciudad en constante cambio y movimiento.

Siendo una película peruana de drama, tiene cinco semanas en cartelera y sigue llenando salas…
El boca a boca ha sido muy bueno, la gente termina aplaudiendo en las funciones. Y el hecho de que haya gustado tanto a líderes de opinión y gente con llegada mediática ha hecho que este fenómeno crezca.

Pese a los buenos resultados que han conseguido los estrenos peruanos este año, las salas siguen quitándolos de rotación…
Hay un problema de estructura. Si te dan desde niño un tipo de cine ‘gringo’ de industria, ¿por qué a los 25 años vas a querer cambiar y probar otra cosa? Asumiendo esto, si a tu película van cuatro gatos te la van a sacar. Pero en el caso de El evangelio… no solo llevaba gente, sino que en cines como El Pacífico era la segunda película más vista, llegó a estar cerca de ser la primera, y aun así nos sacaron de las funciones principales.

¿Y por qué ocurre esto?
Porque llegan los ‘blockbusters gringos’, porque no hay respeto por el cine peruano y, finalmente, lo único que importa es el dinero y no el cine como una representación cultural. Si una película lleva gente y genera buenas críticas, deberían darle un poco más de vida.

¿Estás a favor de que el Gobierno proteja de alguna manera el cine peruano?
Sí. Debería haber una especie de cuotas o promedios a los que haya que llegar. Si lo consigues, te quedas una semana más, pero que nuestras producciones se separen de películas como Rápidos y furiosos o ‘Harry Potter 8’. No podemos entrar en lo mismo. Si no funciona, se va. Si congrega gente, podría durar más en cartelera.

¿Qué le depara el futuro a El evangelio de la carne?
Estamos viendo para mandarla a Guadalajara, el festival más importante de Latinoamérica. Además, es muy raro que una cinta latinoamericana se estrene en Europa y una distribuidora nos la ha comprado. Se estrenará el próximo año en Francia, Bélgica y Suiza. Es lo más chévere.

AUTOFICHA

- De chico veía mucho cine, tanto comercial como otro tipo de películas, en el Cinematógrafo de Barranco, al que iba con mi papá. Descubrí nuevas sensibilidades.

- A los 14 años le dije a Pancho Lombardi que quería ser director de cine, me dijo que no lo hiciera. Años después le escribí el guión de Ella.

- Mi próximo proyecto es sobre un romance entre dos agentes del GEIN (Grupo de Inteligencia de la PNP) y sobre los meses previos a la captura de Abimael Guzmán.

Por Jessica Alva Piedra
@jeka_alva


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