Gabriel Villarán,Tablista
AUTOR: GONZALO PAJARES
gpajares@peru21.com
Gabriel Villarán es nuestro mejor tablista. En el circuito profesional está en el puesto 77, pero en el campeonato de ola grande ya está dentro de los seis primeros. Apoyado por Volkswagen, hoy su meta es estar dentro de los tres mejores del mundo. Talento le sobra.
Hoy corres olas grandes…
Es algo complementario en mi carrera de tablista profesional. Desde pequeño me gustaron las olas grandes, y hoy se me ha abierto la oportunidad de ser parte del Circuito Mundial de Ola Grande. Estar en él no es nada sencillo, pues todos los torneos son por invitación: he sido invitado a cuatro de sus cinco pruebas, lo que me da muchas posibilidades de pelear el título mundial. Sería tonto no aprovechar esta oportunidad, pues en cada evento solo participan 24 tablistas, es bastante cerrado. El año pasado fui sexto, hoy mi meta es estar dentro de los tres primeros.
Las olas grandes son espectaculares. ¿Por qué este campeonato no es el más importante del mundo?
Porque recién tiene tres años; el otro circuito, 30, pero, con el tiempo, van a estar en el mismo nivel. Es mucho más impresionante ver a tablistas bajar olas de ocho o diez metros que a muchachos correr olas de un metro. Ojo, no estoy menospreciando las olas chicas, porque también las surfeo, y es el camino que hay que seguir para ser campeón mundial, pero lo que estoy haciendo es complementando ambos circuitos.
¿Dónde eres más feliz?
En el de ola grande, porque siento que tengo más cualidades y me da más satisfacciones: pocas personas se atreven a meterse en una ola así. Cuando uno las monta corre el riesgo de quedarse inconsciente o atrapado en las piedras: estos riesgos hacen de estas pruebas algo emocionante, pues uno arriesga la vida, desafía la naturaleza. Pero no hay que pensar en esto al salir al mar, hay que estar positivo.
¿Qué destrezas debe tener un tablista de ola grande?
Hay que tener una personalidad extrema, vivir más al límite, pero también hay mucho cuidado en esta disciplina, pues las olas se corren bien adentro y, por ello, su logística es especial: motos de agua, salvavidas especiales.
¿Qué tan extremo eres?
Soy 85% arriesgado y un 15% controlado (ríe). Con esto me basta para competir, ya he arriesgado demasiado el pellejo. Siempre hay que tener límites, pero yo, a veces, he ido un poco más allá: es la única manera de descubrir más emociones, tu propio talento.
En el circuito mundial mal no te va…
Ya soy el 77 del mundo, soy el peruano mejor ubicado. Para correr las competencias más importantes –los Grand Slam– hay que estar dentro de los 80 primeros, y este año esta es mi meta para, en 2014, correr los campeonatos más importantes y, así, seguir avanzando. Hasta hoy, mi carrera ha tenido éxito: campeonatos locales, internacionales, un mundial, y todo lo que tengo lo conseguí gracias a la tabla.
¿Ya tienes presupuesto para competir en todas las pruebas que deseas?
Sí. Mi presupuesto es de 50 mil dólares al año, y gracias al auspicio de empresas como Red Bull, Volkswagen, Herbalife, Quicksilver, y hasta el IPD, etcétera, he logrado reunirlo. ¿Con cien mil dólares estarías dentro de los diez mejores del mundo? Obvio. Viajar con un staff completo te hace más competitivo… hoy viajo solo.
¿Eras un chico pobre?
A pesar de mi apellido, sí. He salido de abajo, y todo lo he ganado por la tabla. En el Perú hay el prejuicio de que todos los blancos tienen plata, pero en mi caso fue diferente: mi mamá trabajaba mucho para enviarnos al colegio, y ese fue su legado. Trabajo desde que estaba en tercero de secundaria, me he ‘recurseado’ harto, he sido instructor de tabla… para viajar hacía colecta. Y si se me rompía una tabla, sufría… hoy tengo varias (risas).
¿Te sientes un pituco?
A veces (risas), para qué te voy a mentir, pero trato de ser lo más humilde posible: apoyo a la gente que no tiene, le doy chamba a otros, etcétera. Afuera no creen que soy peruano porque me ven blanco (ríe).
Cuando ganaste el título del mundo no te dijiste: “Después de esto, ¿qué?”.
Salir campeón mundial con la selección –fuimos el primer equipo, en cualquier disciplina, en lograr un éxito así– fue lo máximo. Para mí, para mi familia y para el legado que dejaré es algo bastante satisfactorio: ¡Mi nombre está en el frontis del Estadio Nacional! Sin embargo, soy bastante competitivo, yo quiero ganar hasta cuando juego ping pong (ríe). Como en el circuito de ola pequeña no me ha ido excelente, he buscado el de ola grande porque sé que allí me irá mejor; lo peor que me puede tocar es caer en la monotonía.
No hay nada menos monótono que correr una ola…
Exacto, pero lo que desgasta son los viajes. Yo llevo casi 10 años en el circuito y ando machete: al año solo paso cuatro meses en Lima, el resto del tiempo lo paso viajando, compitiendo, pero me meto al agua y me libero, me saco la resaca, me rejuvenezco.
AUTOFICHA
- Mi conexión con el mar anda bastante bien, he corrido grandes olas. Corro olas desde los seis años y hoy, felizmente, ya participo en los torneos más importantes.
- Ya he corrido las olas (10-12 metros) de Todos Santos (México), Pico Alto (Perú), Punta Lobos (Chile) y Nelscott Reef (Oregón, EE.UU.).
- Gracias a la tabla he podido comprarme un depa, un carro, una moto de agua; viajar y hacer lo que quiero. Ha sido un golazo, sin la tabla no hubiera sido posible.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.