¿Me pregunto qué dirían los franceses si sus rojos y caviares locales sostuviesen que los recientes ataques terroristas en Francia contra los caricaturistas de Charlie Hebdo son “un conflicto armado interno”? ¿O que una conocida gestora cultural los describiese como una “guerra interna”, tal como aquí lo hace la gestora cultural Chela de Ferrari en un folleto teatral para referirse al terrorismo en nuestro país? ¿Los franceses considerarían como “una violación sistemática a los derechos humanos” que su Policía no haya podido –o querido, como sospecho– capturar vivos a esos tres terroristas? ¿Alguna escultora francesa haría un monumento donde figuren juntos los nombres de los terroristas y de los caricaturistas que mataron, tal como aquí la escultora Lika Mutal lo hizo con ese mamarracho tan insultante que es el Ojo que Llora? ¿Cómo reaccionarían los franceses si una corte de justicia internacional les ordenara indemnizar a las familias de estos terroristas fundamentalistas? ¿No se indignarían los franceses si Alemania les diese cobijo a sospechosos de terroristas fundamentalistas y la Fundación Gruber les entregase un premio, tal como sucedió con Mónica Feria? ¿Los franceses aprobarían que todos los juicios hechos a los terroristas se realicen de nuevo porque se lo ordena una corte internacional que está capturada claramente por la ideología izquierdista?
¿Y qué dirían los rojos y caviares locales si en el Perú se publicase una revista de caricaturas donde en la portada se dibujase a un dios o líder indígena siendo sodomizado para así criticar “artísticamente” a las ONG ambientalistas? ¿Respetarían esa libertad de expresión?
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