Ayer se inició la segunda legislatura, y no hay razón para suponer que este segundo tramo de la anodina gestión de Víctor Isla será mejor que la anterior, por lo que poco o nada debemos esperar de ella.
Que “la elección del defensor, los magistrados del TC y los miembros del BCR es una deuda pendiente con la población”, que “en el Congreso todo se hace por consenso” y que “los votos son los que deciden” son algunos estribillos con los que Isla ha ‘paseado’ a la prensa en los últimos siete meses para evadir respuestas puntuales sobre temas de fondo.
Pese a estas limitaciones conceptuales, don Víctor –ni corto ni perezoso– inició en noviembre su propio sondeo entre congresistas de distintas bancadas para explorar la posibilidad de una reelección. Contra todo pronóstico, no pocos le expresaron su respaldo, y es que –dicen fuentes legislativas– Isla ha sabido granjearse amistades en otras tiendas gracias a discretas dádivas traducidas en puestos de trabajo, modernas oficinas, viajes al exterior, etc. etc. etc. Es más bien en su propia bancada nacionalista donde no están dispuestos a dejarlo repetir el plato.
Isla, sin embargo, sabe bien que la decisión no la toman sus compañeros, por lo que tiene la peregrina idea que, de concretar la elección de los miembros del TC y demás, se ganará unos puntos ante los ojos del inquilino de Palacio. Lo que no ha tomado en cuenta es que “La Jefa” ya empezó a mover sus hilos en favor de su primo Santiago Gastañaduí, titular de la Comisión de Constitución de bajo perfil, que no ha logrado sacar adelante ninguna de las reformas ofrecidas, sobre todo en materia electoral. ¿Y Fredy Otárola? Dicen que ya les echó tierra a sus aspiraciones de presidir el Parlamento y apunta, más bien, a un ministerio para asegurarse el techo propio.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.