La sesión del Congreso de anteayer fue agitada. Hubo dramáticas muestras del grado al que se ha internalizado la responsabilidad macroeconómica, digamos. Se ha dicho y escrito bastante sobre la significación política del nombramiento de los directores del BCR. Algunos recién se enteran de que 73-1>60. O reconocen que Fuerza Popular hará valer su peso en el Congreso a su manera.
Quiero comentar desde un ángulo distinto. Quienes propusieron el mamarracho de la Gran Transformación se rasgaban las vestiduras por la estabilidad macro ayer. Sí, los mismos asociados quienes maltrataron a Richard Webb en el directorio que dominaban, uno que sí generó incertidumbre.
Los mismos del Plan Amaru, un mamarracho aun mayor que propusieron para dizque estabilizar la economía tras la debacle de Alan I. Los precios se habían multiplicado por 21 mil y ellos hablaban de cost push e inflación inercial. Hasta ahora recuerdo cómo el Julio Velarde al que implícitamente ensalzaban destrozó su receta para seguir en el desastre.
El control del BCR está asegurado en economistas de primer nivel, así como el presidente y el staff que hace poco ganaron otro premio internacional. La política monetaria no va a cambiar con los nombramientos.
El problema no son Chlimper, ni Rey y menos Cuba, que ha hecho méritos suficientes para estar ahí, más allá de su breve participación en campaña. El problema es el mecanismo de elección que involucra al Congreso, débil, y en el que no está representado ni un solo partido político.
En vez de hacer alharaca, ¿por qué no insisten en el proyecto que envió el BCR y el Apra paró en segunda votación para mejorar el directorio? El que escalona los nombramientos y hace al Central más autónomo, menos dependiente de politiqueros.
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