El reconocido actor Ricardo Darín llegó a Lima y puso de vuelta y media a todos sus admiradores, que en el país no son pocos. De la obra teatral en la que actuará, de sus películas, de política y de las ofertas que rechazó de Hollywood habla y aclara. Él es Ricardo, simplemente Darín.
[Ricardo Darín, el actor argentino que rechazó trabajar para Hollywood]
Llegas a Perú en medio de una polémica sobre la opulencia de la pareja que nos gobierna. Tu célebre pregunta a Cristina K. sobre cómo habían hecho ella y su marido para volverse ricos de pronto expresa la misma duda que hoy malhumora a los peruanos…
Mi pregunta no estaba dirigida solo a los presidentes, pero se resumió así en la prensa, y eso me valió un lindo zarandeo social durante un tiempo. Yo creo que la opulencia es una ordinariez siempre, aunque esté disfrazada de glamour y, básicamente, porque la considero innecesaria, vulgar y, en muchos casos, muy injusta, porque hace suponer un atropello en países donde los pobres tienen que soportar esa presión de perversidad.
Debe haber sido un dolor de cabeza para ti, pero no deja de ser genial que una presidenta le conteste a un actor. En el Perú, si un actor editorializa, nadie responde nada.
Ella debió haberlo sentido como un ataque personal y me parece una reacción humana. Generó bastante polémica que un alto mandatario se permitiera contestarle a un ciudadano común como yo. Lo malo es que fue mal asesorada y también intentó ejercer determinada presión sobre este ciudadano tratando de buscar algo turbio con qué atacarme. Son los riesgos que uno debe correr en democracia.
¿Es cierto o es parte de tu leyenda que te has dado el lujo de rechazar ofertas millonarias de Hollywood?
Nunca llegué a saber si eran millonarias, no hablé siquiera de dinero. Simplemente las rechacé porque no me resultaron atractivas. Me propusieron hacer de narco mexicano y no me interesó. Y si no te interesa, ¿para qué quieres saber cuánto te van a pagar?
“El hijo de la novia” es la película tuya que yo más veces he visto y todavía cuando vuelvo a ver la escena del asilo en la que tu madre que –ya no te reconoce– te acaricia y te dice “yo te cuido”… me vuelvo a poner a llorar como una madre literalmente.
Te voy a liberar un poco la carga, porque a mí me pasa exactamente lo mismo. Esa escena es devastadora, porque ahí se reúnen todos los tensores subterráneos de esa historia en una simple conversación muy loca entre estos dos personajes que son tan cercanos y están tan alejados al mismo tiempo. Por eso es tan conmovedora. Yo realmente la debo haber visto doscientas veces también y no hay forma que atraviese por esa escena y no llore como una cocinera.
Y justamente Norma Aleandro, tu mamá en aquel film, te está dirigiendo ahora en “Escenas de la vida conyugal” de Bergman, la obra que hoy estrenas con Érica Rivas en el Teatro Nacional de Lima.
Es fantástica Norma. Ella actuó en la obra alguna vez, y esa sensibilidad de actriz no la deja nunca de lado, ella conoce el texto en profundidad y sabe lo difícil que es sostenerlo con solo dos tipos, Érica y yo, solos con nuestras almas, parados dos horas allá arriba con una historia en la que transcurren veinte años…
Esta es otra frase tuya que me gustó: “Escuchar solo a los que piensan como uno es igual que hacerse una paja”.
Es brutal, pero es cierto. Tengo amigos entrañables que me conminan a definirme: “O estás conmigo o estás contra mí”. ¿No es absurdo? Vivimos tiempos fanáticos, de una intolerancia extrema, y uno tiene que hacer gala de una dosis alta de valentía para encarar el miedo a la opinión diferente. Una discusión siempre será más creativa que una pelea.
Hablemos del fenómeno ‘Bombita’. Tu cuenta de Twitter se llama @bombitadarin porque tu hija te lo puso así en honor a tu antihéroe cívico en “Relatos salvajes”…
Era lógico encontrarse con muchos adeptos, porque esto es un sistema global bastante perverso en el que tienes que pagar primero y reclamar después. ¿Por qué las empresas donde trabajan ejecutivos tan inteligentes y tan bien pagados no inventan una oficina con alguien que simplemente nos escuche? Aunque no nos resuelva nada. Si eso ocurriera, si nos trataran como gente, yo creo que la sensación térmica reinante sería mucho más agradable para todos.
Ha de ser un tipo feliz alguien que dice cosas como “yo me puedo dar dos duchas calientes al día, ¿qué más puedo pedir?”
Eso también fue una metáfora, porque a veces no me doy ni una. Pero no, yo no creo que pueda pedir mas de lo que ya disfruto. Sería demasiado ambicioso.
¿Por qué te parece demasiado ambicioso?
Mi viejo siempre me decía: “No tengas nada porque todo es mentira”. No necesito demasiado para vivir, y mi familia tampoco. Vivimos en una situación de privilegio, viajamos, nos damos gustos que, a lo mejor, otros no pueden darse, y eso ya me parece una exorbitancia. ¿Se puede pedir más? Ejerces tu oficio, haces lo que te gusta, te pagan cada vez mejor y, encima, la gente te persigue por las calles para darte besos y abrazos y decirte que te quiere. ¿No te parece demasiado?
Por: Beto Ortiz
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