22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

En los próximos días, gracias a la alianza Juntos para Transformar, de la cual formo parte con Telefónica del Perú, anunciaremos una veintena de becas dirigidas a jóvenes talentosos que, por no contar con recursos, no pueden seguir formándose como ellos sueñan en las diferentes opciones que la gastronomía ofrece, como lo son la cocina, la sala, la pastelería, la panadería, la coctelería y el vino.

Gracias a esta beca, que incluye pasajes y estadía, los jóvenes que accedan a ella podrán pasar largos meses formándose en los mejores restaurantes del mundo, con los mejores cocineros, pasteleros, bartenders y directores de sala del mundo. El objetivo es claro: premiar el talento y estimular el esfuerzo personal con una formación de excelencia, de manera que la generación de jóvenes que hoy se prepara para asumir los siguientes desafíos que nuestra cocina enfrentará mañana lo haga mucho mejor de lo que nuestra generación humildemente pudo lograr.

El problema es que esta acción, por más significativa que pueda parecernos a quienes la organizamos, es infinitamente pequeña si tenemos en cuenta que, día tras día, el sueño de miles de talentosos jóvenes peruanos no solo en la cocina, sino en todas las actividades, se pierde en el camino por falta de oportunidades. Cierto es que este dramático escenario no es responsabilidad ni de este ni del anterior gobierno, sino, más bien, de toda una generación que perdió, durante un siglo entero, la oportunidad de construir un país con oportunidades para todos.

Sin embargo, el hecho es que hoy, gracias a este mundo conectado en el que la información está al alcance de todos, nuestros jóvenes, desde muy niños, abrigan más que nunca un hermoso sueño para sus vidas y es justamente por ello que quienes tenemos la oportunidad de hacer lo que sea necesario para que lo puedan cumplir pues simplemente tenemos que hacerlo. El Perú no puede una vez más dar la espalda a las realidades y desafíos de su tiempo.

Hoy tenemos una enorme oportunidad justamente en esa generación joven, que hoy, informada y conectada, se siente libre, segura de sí misma, con ganas de hacer grandes cosas para sus vidas en su país sin sentir vergüenza, sino, más bien, seguridad y orgullo de su pasado y de quiénes son. Hoy nuestros jóvenes que nacieron para ser cineastas sueñan con que un día sus películas ganarán un Oscar. Nuestros aspirantes a escritores imaginan que sus novelas serán premiadas con un Nobel. Nuestros futuros diseñadores sueñan viendo sus modelos en los escaparates de Milán o París. Nuestros noveles científicos se imaginan transformando el mundo con sus descubrimientos. Nuestros jóvenes arquitectos sueñan con hacer los más hermosos edificios. Nuestros futuros deportistas se imaginan subiendo al podio por sus medallas olímpicas.

Son ellos y sus sueños los que podrán finalmente llevar al Perú a lo más alto y es justamente por ello y por ellos que hoy nuestra generación no puede eludir una vez más la responsabilidad que le corresponde: crear oportunidades para todos nuestros jóvenes de manera que ni un solo talento en ninguna actividad se pierda en el camino porque no tuvo una oportunidad. No basta el esfuerzo conmovedor de Vania Masías en el mundo del baile para que otros tengan la oportunidad que ella tuvo. No es suficiente el trabajo admirable de Juan Diego Flórez para que nuestros jóvenes músicos tengan la suerte que él tuvo. No alcanza la generosidad de Eduardo Hochschild, en Tecsup o en UTEC, para que futuros ingenieros tengan la fortuna que él tuvo. No es suficiente.

Estos ejemplos admirables de peruanos comprometidos con los desafíos del Perú deben reproducirse en todos los campos. En la agricultura, la pesca, la industria, la medicina, el derecho, la ciencia, el arte, el deporte, en todo territorio donde existan peruanos que pueden compartir su éxito con aquellos jóvenes talentosos que hoy sueñan con una oportunidad, pues, tenemos que hacerlo. No solo porque es lo justo. No solo porque es lo que nos corresponde a aquellos que un día soñamos con ser cocineros, artistas, empresarios, científicos y sí pudimos hacer nuestro sueño realidad. Es, sobre todo, por nuestro país. Para que ningún sueño trunco se convierta en frustración violenta. Para que finalmente el Perú sea ese hermoso país para todos que hoy soñamos.


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