Esta semana en los medios han aparecido distintas opiniones sobre el potencial ingreso del Perú a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), también llamada “el club de los países ricos”. La OCDE agrupa a 34 naciones y, si bien en el ámbito formal su función es “promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo”, en la práctica funciona como un símbolo de buenas prácticas institucionales.
El debate local ha gravitado alrededor del sueño, si podemos, si debemos, pero no sobre qué requerimos para lograrlo. Y, como en otros ámbitos, nada mejor que hacer un análisis de brechas que nos muestre la capacidad de nuestro Estado y nuestra economía de realizarlo.
Para el análisis he usado el Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial más reciente (2014-2015), así como data del Banco Mundial. He tabulado las 12 principales variables y algunos datos adicionales; nuestra situación es la siguiente.
El promedio de ingresos de las 34 economías es de US$37,275; el peruano es de US$11,775 (en poder de paridad de compra). Hay una gran brecha con el promedio de ingresos por cubrir; no obstante, existen dos economías con ingresos por debajo de los US$20,000 (México con US$16,463 y Turquía con US$18,975). Cerrar la brecha de ingresos con el promedio significaría incrementar nuestros ingresos en 316%, algo impensable en el corto o mediano plazo. Solo llegar a los US$37,275 per cápita, creciendo al 5% anual –nuestra tasa de crecimiento potencial en un escenario positivo– y con una tasa de crecimiento poblacional como la actual (1.3), nos tomaría 33 años. Si crecemos al 7%, nos tomaría 22 años; y si crecemos al 3%, nos tomaría 70 años.
No obstante, alcanzar los ingresos mínimos de la organización no es un objetivo impensable; de hecho, creciendo al 5% nos tomará 11 años alcanzar los ingresos actuales de México. No es imposible, pero requiere de enormes esfuerzos, la gran mayoría de ellos planteados en las brechas con la OCDE en el índice del FEM. Veamos.
En los indicadores básicos (aquello más necesario de cubrir), las brechas saltan a la vista. En instituciones, el Perú se encuentra en el puesto 118; el promedio de la OCDE en el puesto 39. Eslovaquia, el peor situado, se encuentra en el puesto 110, pero en una mejor posición en cuanto a infraestructura, educación, salud y otras variables. La gran mayoría de países se encuentra entre los primeros 70 puestos. Hacia eso deberíamos apuntar.
En infraestructura nos encontramos en el puesto 88; el promedio de la OCDE en el 26. México, el país con la peor posición del grupo, se encuentra en el puesto 65. Deberíamos mejorar en este campo al menos 40 puestos para estar integrados plenamente.
En salud y educación primaria, de nuevo, la diferencia es alarmante: Perú está en el puesto 94 y el promedio en el puesto 28. Nuevamente, Eslovaquia aparece como el peor situado, en el puesto 84.
Revisemos un minuto a Eslovaquia. Aparece, en el último índice, en el puesto 75 en el ránking general, mientras que Perú en el puesto 65. Alguno creerá que, desde el punto de vista de nuestra matriz de competitividad, estamos cerca de cumplir el sueño. Pues no; Eslovaquia tiene ingresos por persona de US$26,114, y, si bien una mejor matriz de competitividad augura una convergencia mayor (Eslovaquia ha crecido entre el 2010 y el 2014 al 0.9%, mientras Perú crece al 5.8%), no mucho más. La disposición tecnológica así como el ecosistema de innovación de Eslovaquia son muy superiores a los de Perú.
Perú está muy bien en su marco macroeconómico; estamos en el puesto 21 mientras el promedio de la OCDE en el puesto 60. En este campo tenemos mucho por aportar a la organización en cuanto a las instituciones y el manejo básico de la responsabilidad fiscal y monetaria. Pero esto ya lo sabemos, así como sabemos también que ello no nos podrá llevar mucho más lejos. Sin instituciones, infraestructura y servicios básicos de calidad poco podremos mejorar como nación.
En los mejoradores de eficiencia existen dos áreas donde nuestras brechas son notorias: educación superior y capacitación (Perú en el puesto 83 y el promedio OCDE en el puesto 25), y disposición tecnológica (Perú en el puesto 92 y el promedio en el puesto 24). Pero es en la innovación donde la brecha es alarmante: Perú en el puesto 117 y el promedio de la OCDE en el puesto 27.
De nuevo, el sueño es posible, pero requiere trabajo… mucho trabajo. ¿Empezamos?
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