22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Hoy son las elecciones congresales yanquis y todo parece presagiar que Obama va a perder la mayoría en, por lo menos, una de las dos cámaras, lo que le complicará enormemente sus dos últimos años en el poder, dada la extrema polarización entre demócratas y republicanos. Esto podría incluso significar el fin de su reforma sanitaria, así como el entierro de cualquier modificación migratoria.

Obama no ha sido un presidente particularmente popular: distante y frío, no conecta ni con el yanqui de camisa a cuadros ni con el empresariado, a quien no ha sabido motivar. Despertó demasiadas expectativas, imposibles de cumplir con una seria crisis económica-financiera (las peores) y dos guerras simultáneas.

No lo ha hecho mal, por más que muchos amigos que viven allá me digan que es “un hueso”, aunque tampoco es el gran líder que nos pinta el analista gringo Levitsky. Ha tenido errores muy serios, como abandonar totalmente Iraq cuando debió dejar una guarnición allí. Y el dólar se deshizo bajo su mandato.

Latinoamérica le ha importado un bledo, como suele suceder con los presidentes demócratas (salvo Kennedy), pues los republicanos miran más a la zona. Aquí debió levantarle el idiota embargo a Cuba, no abandonar Venezuela, no dejarle la cancha tan libre al intervencionismo regional de Brasil y a la penetración económica china, mostrarse más severo con el autócrata Correa, atender más a México y a la Alianza del Pacífico. También es muy posible que junto a estas elecciones se legalice la marihuana en DC, Oregón y Alaska en sendas consultas paralelas, como ya sucedió en Colorado y Washington (estado). Ya era hora.


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