Una medida correcta

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En casi todos los países europeos –principalmente España, Francia e Inglaterra–, los jóvenes entre los 18 y los 24 años son los que sufren en mayor medida el paro. Tasas de desempleo de 30%, 40% y 50% no solo son frecuentes entre los diversos países, sino que se han convertido en una situación crónica.

En el Perú, la tasa de desempleo juvenil es cercana al 13%, el doble de la media total. Al igual que en el resto del mundo, la tasa de paro juvenil es mayor (casi el doble) que el resto, y esto responde a una razón fundamental: menor productividad promedio; dicha menor productividad se debe a diversos factores, como experiencia, capacitación, etc.

¿Por qué la tasa de paro juvenil peruana es tan baja en comparación con otros países, sobre todo los desarrollados? La razón es la alta informalidad; en el mercado informal, a diferencia del formal, las barreras de entrada y salida son casi inexistentes, así como los sobrecostos del acuerdo. Esto es algo muy observado en los mercados en general, pero, sobre todo, en los laborales: mayor flexibilidad dinamiza la demanda y oferta, lo cual hace al mercado más eficiente para demandantes y ofertantes.

La economía no es una ciencia formal en el sentido matemático o físico; no es, por ello, “intuitiva”: ajustar una tuerca no asegura los resultados esperados. Y los mercados laborales son un perfecto ejemplo. Por lamentable que suene, y por más que no sea fácil entender las conexiones para algunos, lo mejor que podemos hacer por los jóvenes peruanos es permitirles acceder a un trabajo formal, y para ello debemos crear las condiciones y los incentivos. La ley propuesta hace eso: reduce los costos, las barreras y, en paralelo, activa mecanismos de capacitación.

Debemos dejar el apasionamiento de lado, tratar de entender (y aceptar) la lógica detrás de la medida. El mejor seguro de empleo para un peruano adulto es haber trabajado de joven, ganar experiencia y productividad, y así ir incrementando la formalidad en el Perú.