Magdyel Ugaz,Actriz
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com
Es ‘La Teresita’ en Al fondo hay sitio, una de las mujeres más deseadas del país. En El apagón, la obra de teatro del Pirandello (Petit Thouars cuadra 10, Lima), es una mujer libre que quiere recuperar sus afectos. Respire, es Magdyel Ugaz.
Un amigo en común me dice que eres guapa e inteligente…
(Ríe). De niña, cuando me preguntaban qué parte de mi cuerpo me gustaba más, yo decía, muy segura, con la frescura de la niñez, “mi rostro”. Con los años, esa seguridad se fue desdibujando porque me enemisté conmigo y dejé de gustarme.
¿Te avergonzabas de algo?
Empezaron a decirme cosas como: “Serías más linda si tuvieras el pelo así, si tu ropa fuese asá”. Entonces fui consciente de cosas que, hasta entonces, para mí eran naturales o nunca habían sido importantes. Me saqué un lunar, me operé la nariz…
Magdyel, tú nos gustas hasta en tus excesos…
Desde que decidí que la actuación sería mi profesión me dije que tenía que mejorar mis técnicas de actuación, pero también supe que debía cuidar mi físico. “No subas de peso, no vas a tener chamba”, me decían. Y resulta que el personaje que me ha abierto todas las puertas ha sido ‘La Teresita’, que muestra a la peruana en todas sus dimensiones (risas); a la peruana real, sabrosa, voluptuosa. Algunas mujeres me han dicho: “Gracias a ti, ahora soy ‘La Teresita’ de mi esposo: me pongo mi pantaloneta, mi polo apretado, me has dado seguridad”. No aplaudo el sobrepeso, pero las latinas no somos small, somos contundentes. Quise luchar contra esto y me di cuenta de lo equivocada que estaba. Hoy me encanta ser una mujer de curvas, una mujer latina donde haya que agarrar, que no se me vea el hueso (risas).
En El apagón haces el papel de una mujer que es guapa e inteligente, y muy abierta…
Es la contraparte del personaje de Gisela Ponce de León, quien quiere un hombre reprimido, correctito y bien presentadito, amigo de ‘papito’; en cambio, mi personaje es una mujer libre, que disfruta de su arte, que le dice a su pareja que no actúe por presión o buscando la aprobación de los demás; ella no necesita firmar un papel para amar.
¿Eres una mujer libre?
No he sido tan osada como mi personaje, pero alguna vez pasó por mi cabeza tomar las riendas y decirle a la persona con la que salía: “¡Qué te pasa!”, pero no lo hice. Igual, mis personajes me han dado lecciones: una debe seguir sus impulsos.
Tu personaje encuentra a su ex novio con otra, esto no le importa y decide reconquistarlo. ¿Harías algo así?
Sí, porque cada vez voy aprendiendo que al amor lo no podemos poner en una cajita, es demasiado grande e indescifrable. Yo creo en la conexión entre las personas; entonces, por qué negarse, por qué decir: “No, ya besaste a otra, tu piel ya rozó otra piel, déjame”. No hay que obviar la realidad, no debemos cerrarnos, no hay que reprimir al amor… mientras no hieras y no te hieran. Yo no podría vivir con alguien que me fuera infiel, por ejemplo.
Entonces, no tendrías una relación abierta…
No, en este momento no me siento con la mente tan abierta.
Con Laszlo parece que tuvieras una relación libre…
Lo que me pasa con Laszlo es difícil de entender: en esta época la gente toma muy a la ligera el tema de la amistad, más si este es un ex; entonces piensa que somos amigos con derechos, que tenemos nuestras cositas, pero cuando hay un amor nacido de las experiencias de vida, este se hace trascendente. Laszlo estuvo a mi lado, de una forma incondicional, cuando mi madre estaba fuera del país, cuando no tuve trabajo, cuando necesitaba un amigo… esos momentos no se olvidan. Y si bien los dos cometimos errores y decidimos separarnos, la vida nos ha propuesto seguir juntos pues el trabajo nos une. Nuestro amor es muy fuerte, pero no tenemos una relación abierta; eso sí, él es una de mis personas favoritas.
Es verdad, la ficción los une…
Mi primer beso televisivo –en Mil oficios, ¡y a los 17 años!– me lo dio él, un zorro viejo que se había chapado a todas las chicas lindas de la tele (ríe). “Tengo miedo”, le decía, y encima lo veía superchurro (risas). “¡Es Laszlo, el de la tele, tan rico!” (risas). Y en Así es la vida, también fue mi pareja, y ahora, en Al fondo hay sitio, otra vez. ¡Gigio Aranda (el guionista de la serie) tiene la culpa!
Ahora dicen que sales con un pelotero, algo bien cliché…
(Ríe). Titularon “La Teresita tiene su pelotero”, dónde quedó el respeto a mi amigo Juan Cominges, que es un señor con una hija bella; es un chico hermoso, maravilloso, quien ha tomado con humor lo sucedido. “Magdyel, mira el titular que han puesto”, me dijo. Mis amigos me gustan porque no son convencionales. Por eso, no me queda sino reírme.
¿Tienes tiempo para enamorarte y vivir?
Me encantaría encontrar a alguien que me haga latir el corazón, pero no pasa; si las mariposas del amor no suenan en mi estómago mejor me meto unos frejoles (risas); igual me doy mis escapadas (risas).
AUTOFICHA
- Con Laszlo Kovacs nuestro amor es fuerte, pero no somos pareja ni tenemos una relación abierta, no somos open mind; eso sí, es una de mis personas favoritas.
- Mi hermano acaba de encontrar una foto de mi baile de promoción y no era tan terrible, era un poco más anchita, pero nada más (risas).
- Me gusta un personaje como ‘La Teresita’ porque siento que ella evoca mucho de las cosas que tenía de niña. Conforme fui creciendo, fui perdiendo seguridad.
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