Fernando Maestre,Opina.21
fmaestre@peru21.com
Muchos consideran que con el matrimonio resolvieron sus vidas y entraron a un proyecto de existencia donde todo quedó resuelto; no faltan los que piensan que es un broche de oro en la vida. Este pensamiento se ve con más frecuencia en mujeres, lo cual es explicable porque ellas –para realizarse con la maternidad– requieren un hogar estable que haga el camino más liviano y agradable. La realidad demuestra otras cosas. Hay fantasías que se derrumban antes del primer año de convivencia. La más común es pensar que al casarse uno va tener sexo ‘gratis’ tantas veces como quiera, lo que es absurdo. La pareja no siempre coincide el día, la hora y el momento de disposición a la sexualidad, lo que frustra a muchos. El dinero también suele ser un común desencuentro porque ambos tienen expectativas diferentes. El hogar soñado, con los bebés, se volatiliza al sufrir intromisiones de familiares que, con buena fe, intervienen y perturban. El matrimonio es un compromiso de trabajo, de esfuerzo, de lucha cotidiana, donde la felicidad se sostiene en la medida de servirse mutuamente.
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