La estabilidad laboral de los ministros dentro de un gabinete puede ser indicador de la estabilidad de un gobierno. Así medido, este gobierno tiene problemas en ese aspecto quizás solo comparables a los atravesados por Belaunde en su primer gobierno. En 5 años, la alianza apro-odriista le bajó 10 ministros (2 por año). PPK ha perdido 4, pero –quizás– solo 2 son atribuibles a la oposición.
En medio de todo el tumulto, aparecen rumores de renuncias porque –sigue el rumor– el presidente PPK evalúa indultar a Fujimori. Hasta nombres de los ministros salientes circulan por las redes (whatsapp también es una red), pero ninguna fuente. Ni una. Ni siquiera “fuentes de palacio” o de algún ministerio o de la PCM, nada. Y el rumor continúa y se esparce y obliga al premier a aparecer para desmentir: no hay renuncias, no hay indulto en agenda.
¿Cómo? ¿Pero no acabamos de escuchar al mismo presidente referirse al indulto diciendo que está en evaluación? Si en el mismo Ejecutivo no se pueden poner de acuerdo en qué declarar sobre un tema tan específico, ¿qué puede esperar la opinión pública en asuntos más complejos? Peor, ¿les creemos? ¿A quién? ¿A cuál? ¿Con base en qué?
Felizmente para el Ejecutivo –pero peor para nosotros– en el Congreso pasa lo mismo en todas las bancadas y el arquetipo del mensaje cruzado nos lo proporcionó el fujimorismo: luego de unas semanas movidas al interior de la bancada (doble candidatura a la Mesa Directiva con desafío a Keiko incluido) que terminó en la renuncia de la congresista Patricia Donayre, la bankada se presentó fresca como una lechuga a decir que están “más unidos que nunca”.
La elocuencia de una afirmación, sobre todo en política, puede significar lo opuesto.
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