- Porque queremos más madres y padres adolescentes.
- Porque queremos más madres por accidente, por desconocimiento de métodos anticonceptivos o por falta de recursos o acceso a esos métodos.
- Porque queremos más mujeres cargando durante meses el recuerdo de sus atacantes, sea su padre, su hermanastro, su abuelo o su vecino. También queremos que carguen la afrenta. Queremos a más mujeres dando a luz a los hijos de sus violadores, aunque no se sepa quién es el padre porque las violaron más de dos sujetos.
- Porque queremos más muertes durante el embarazo y el parto.
- Porque queremos más mujeres llevando a término embarazos con fetos sin cerebro que morirán a las pocas horas de dejar el vientre o que saldrán muertos.
- Porque queremos más muertes de niñas y adolescentes por infecciones, hemorragias y abortos mal realizados.
- Porque, aunque no nos hacemos cargo una vez que nacen ni de broma, sentimos profundamente que no tenemos suficientes bebés ni niños abandonados en la calle o los basureros.
El sábado 21 se realizó la Marcha por la Vida y los organizadores aseguran que asistieron alrededor de medio millón de personas a oponerse y “tomar consciencia de los peligros” del aborto. Quizás sí marchan convencidas de que están manifestándose para defender el derecho a la vida de cientos de miles de inocentes que no nacerán porque a sus mamás no les da la gana.
El tamaño de la masa es irrelevante cuando trata de intervenir en el derecho de un individuo sobre su cuerpo o cuando se trata de defender la vida definida por una legislación arcaica basada en una creencia basada, a su vez, en pedazos apócrifos de textos de más de 2,000 años y no en la ciencia.
Una persona no es solo un ADN distinto al de su madre.
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