Cuando los autores de El libro negro de la nueva izquierda estuvieron en Lima, me sorprendió, sobre todo, que fueran tan pocas las personas que veían, en esa visita de Agustín Márquez y Agustín Laje, una oportunidad para destruir los argumentos más bien deleznables y poco rigurosos de su libraco, particularmente porque en nuestro país la tesis de que la ideología de género y el lobby gay existen tiene muchos seguidores. ¿Qué mejor que convertir aquel chamico en talco delante de todo el mundo? ¿Qué mejor oportunidad que exponer como tal esa teoría conspiranóica sonsa, falaz, mendaz y peligrosa? Pocos les salieron al frente y más bien se etiquetó el libro de porquerioso y ahí sigue el par, ganando adeptos.
Guardando las distancias, lo mismo pasa ahora con el libro de María Cecilia Villegas. Cierto, el título te dice más o menos cómo termina el cuento y eso por sí mismo le abre un frente que el trabajo de Villegas no necesita. Aunque se deba a una estrategia de ventas, me parece desafortunado porque facilita el prejuicio.
Sin embargo, antes de quemarlo, habría que leerlo. Decir “vamos a contar de nuevo” no debería insultar a nadie, debería, más bien, impulsar el debate serio sobre lo que pasó con todas esas personas que fueron esterilizadas a la fuerza o con engaños. Porque para cada una de ellas el crimen es del mismo tamaño sea una o sean 300 mil.
No deberían existir tópicos de los que no se debe hablar, nada debería ser incuestionable. Las cosas no desaparecen ni dejan de existir porque no le hacemos caso o las descartamos a priori.
Luego vuelven y nos muerden en el poto. Miren a los nazis.
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