22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Últimamente he leído periódicos a los que, por salud mental, nunca me acerco. Cuando leo diarios, mis dedos quedan manchados de tinta. En esta ocasión han quedado manchados de mugre, y mi conciencia, de un horror que tiene que ver con el espanto que me produce esa exhibición obscena de lo más repulsivo de la naturaleza humana.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

Exageran, deforman, mienten, calumnian y, no sé si con conciencia o sin ella, evocan con nostalgia al Tercer Reich.

Felizmente tienen un bajo índice de lectoría y, por tanto, puedo imaginar que, más allá de cualquier diferencia ideológica, la mayoría apunta a la supervivencia de nuestra especie y a la protección –poco inteligente y poco subrayada por ahora– de la naturaleza. Leer esa basura me hizo evocar dos tragedias contemporáneas: Ruanda y Yugoslavia. En esos países, una prensa descarada y enloquecida –como la de estos pequeños mequetrefes locales– llevó a enfrentamientos que produjeron masacres humanas inéditas en tiempos de paz. En Ruanda azuzaron el enfrentamiento entre las dos etnias dominantes, y ello produjo un récord mundial: casi un millón de muertos en un mes. En Yugoslavia, esa prensa infecta revitalizó viejas rencillas entre serbios, bosnios, croatas, etc., difundiendo historias falsas y consignas absurdas que hicieron saltar a esa nación por los aires y la convirtieron en 6 estados diferentes. El crimen y la tortura fueron el pan de cada día mientras duraron los enfrentamientos. Amo la libertad de expresión. Es una pena que haya que compartirla con irresponsables incapaces de amar y respetar la vida.


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