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“Le canto a mi hijo, mi voz lo pone tranquilo”

“Es increíble encontrarme con mi país y, desde que uno baja del avión, empezar a vivir cosas increíbles, situaciones tan intensas”, nos dice Juan Diego Flórez.

Foto: USI
Foto: USI

Gonzalo Pajares
gpajares@peru21.com

La principal actividad por los 477 años de Lima fue la presentación de Sinfonía por el Perú, el sistema de orquestas creado por el tenor Juan Diego Flórez para alejar, a través de la música, a nuestros niños y jóvenes de la violencia, de las drogas, de la delincuencia y, así, cambiarles la vida, darles un mejor futuro. El proyecto emociona… tanto como la voz de Juan Diego. Escúchelo.

He seguido varias de tus actividades de estos días. Te he visto levantarte, aplaudir, cantar para los niños. ¿Cuándo te emocionaste más: aquí, oyendo cantar a los niños de Puno, o en tu debut en la Scala de Milán?
Definitivamente aquí. No sabes el gusto que me da ver sonreír a todos estos niños (estamos en el Museo de Minerales Andrés del Castillo, donde se acaban de presentar las delegaciones infantiles de Sinfonía por el Perú, provenientes de los núcleos del Cusco y de Puno-Juliaca). Esto me llena de emoción pues en su sonrisa, en su desempeño sobre el escenario, en la transformación de su vida, se ven los resultados de lo que hemos estado trabajando durante los últimos meses.

Cuando el director del núcleo de Puno-Juliaca presentó a sus pequeños músicos dijo: “Por un Perú nuevo”. ¿Qué sentiste?
Son palabras que, además de emocionarme mucho, son ciertas. Con Sinfonía por el Perú buscamos una transformación social pues nos dirigimos a los niños y jóvenes de los sectores más vulnerables de la nación, donde este sistema tendrá un efecto más importante pues les cambiará la vida y, sobre todo, les dará un futuro mejor y valores, valores que les ayudarán en su formación como personas, como ciudadanos.

En el Perú hay un clima de entusiasmo. Sin embargo, la creación de un sistema como Sinfonía por el Perú es un llamado de atención al Estado, a los ciudadanos: no estamos tan bien…
Exacto. Sinfonía por el Perú es un sistema que rescata, que salva, sobre todo a aquellos que pueden caer en la mala vida, en las drogas, en la delincuencia. Sinfonía… les da un escudo, los protege. El niño que llega a uno de nuestros núcleos encuentra principios que lo alejarán de las malas costumbres. En un país como el Perú, un sistema así es, en sí mismo, revolucionario y, sobre todo, positivo y muy eficaz, pues miles de nuestros niños quizás no vean el futuro con optimismo, pero nosotros les estamos cambiando de perspectiva a través de la música.

¿Por qué asumiste este reto?
Yo ya tenía noticias del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela y, hace pocos años, en un viaje a ese país, lo conocí. Allí me hicieron un tour por los núcleos musicales, visité los centros de acción social. Es más, en el mismo aeropuerto nos recibieron un grupo de músicos y un coro de niños que entonó el Himno Nacional del Perú, una situación muy emocionante. Comencé a interrogar cómo funcionaba, qué músicos habían salido de allí –así conocí a Gustavo Dudamel, uno de los mejores directores de orquesta del mundo, quien solo tiene 30 años–, y me puse en contacto con José Antonio Abreu, su fundador. Él me envió material y, al observarlo, me dije: “Esto lo tengo que hacer en el Perú” pues su sistema tiene a más de 400 mil muchachos.

Jóvenes alejados de la violencia, del drama social…
Así es. No solo estaba la cantidad, sino que, allí mismo, uno mismo podía sentir los beneficios que la música había traído. Por ejemplo, me encontré con niños músicos que ya habían estado en la cárcel, ¡y eran apenas unos niños!

Entonces, no es mentira que el arte salve al ser humano…
Claro, pues inculca valores que, en sí mismos, ya te hacen diferente…

El arte, la música y la cultura te afinan la sensibilidad…
Así es. El niño que tiene un instrumento en la mano ya no es un niño pobre. Es un niño con una oportunidad, con una ilusión, su estatus varía. Abreu dice que la verdadera pobreza no es no tener pan ni no tener un techo. La verdadera pobreza es sentirse nadie.

Los peruanos estamos orgullosos de Mario Vargas Llosa, escritor, de Kina Malpartida y Sofía Mulanovich, deportistas, de Gastón Acurio, cocinero, de ti, todos provenientes de actividades ‘alternativas’…
(Ríe). Me da mucho gusto estar incluido entre estos grandes peruanos. Yo solo hice lo que amaba. Siempre amé la música y, por ella, estoy donde estoy, pero no me olvido nunca de mi país, de mis raíces, de cuál era mi situación cuando me fui y de lo que puedo darle al Perú. Yo estoy comprometido con Sinfonía… no porque allí se pueda enseñar música a muchos niños, sino porque podemos cambiarles la vida. Con este sistema, la música deja de ser el patrimonio de una élite y pasa a ser, verdaderamente, patrimonio del pueblo. Así, la música clásica pasa a ser música popular, vuelve a su esencia.

¿Le cantas a tu hijo?
Siempre. Mi voz es lo que lo tiene tranquilo, lo que lo hace mirarme.

AUTOFICHA

- En Venezuela vi a familias en las que uno podía palpar los beneficios del sistema de orquestas: mientras un hijo tocaba en una orquesta, otro había caído en las drogas.

- La música es una sola, y la música popular dio origen a la música académica. Para comprobarlo, solo hay que oír a Beethoven, a Mozart.

- La música es la música, y la música popular peruana es dignísima de ser tocada por una orquesta sinfónica y al más alto nivel. Por eso, nosotros la enseñaremos.


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