Muchos de los críticos del nuevo régimen laboral para jóvenes argumentan que el poco impacto que tuvo la llamada ley Mype en términos de formalización de empresas es un presagio del fracaso de la modalidad laboral para menores de 25 años. Sin embargo, existen dos importantes diferencias entre ambas: la primera es que la ley Mype tenía como fin formalizar la demanda laboral –es decir, las empresas–, y beneficiar a los productores más chicos. El régimen de jóvenes, por su lado, ataca la oferta laboral –los trabajadores– y fomenta su contratación en empresas pequeñas, medianas y grandes. Las necesidades de ambos lados del mercado son distintas. La segunda gran diferencia es que, mientras el régimen Mype exige que las empresas paguen derechos laborales de forma retroactiva, la ley de jóvenes solo demanda que se subsanen infracciones laborales.
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