Carlos Tapia, Opina.21
ctapia@peru21.com
Carlos Basombrío me dijo que la izquierda –refiriéndose al FA– había decidido por la unidad más que por la renovación. De ahí nació la decisión de escribir estas líneas.
Suscribo en parte esta preocupación que también se da al interior del FA. Sin embargo, las renovadas tesis del FA buscan asumir también los retos del mañana. El camino no es fácil. En cambio, la DBA, mercantilista, rentista y especulativa se niega a ver la realidad. El mundo y nuestro país han cambiado. Para el primer centenario del triunfo de su revolución (2049), pocos dudan que China Popular será la primera economía del planeta y que junto con la India sumarán cerca del 35% de la producción mundial. El aliento progresista del capitalismo de antaño y su “estado del bienestar” se están resquebrajando, conforme se fortalecen las opciones ultra derechistas, como el Tea Party en EE.UU. y los seguidores de Le Pen en Francia. En Grecia el 50% de la PEA está desocupada. ¿Y los indignados de España? Se exigen cambios. Al final, se impondrá una nueva economía a favor de la satisfacción de las necesidades de todos. La lucha por la libertad y la justicia coincidirá de nuevo con los intereses de los de abajo.
En nuestro país, como lo reclama Sinesio López, la izquierda tendrá que amistarse con las potencialidades que se cobijan en el mercado, regulado y promovido por un estado de nuevo tipo, expresión de una democracia de verdad. Pero también con la creatividad, el emprendimiento y la solidaridad. El modelo extractivista y primario exportador será superado. La crítica de la izquierda al carácter deshumanizador del fetichismo capitalista permanecerá junto a la defensa del ambiente y la lucha contra el calentamiento global. Por último, ¿acaso la unidad de las izquierdas no es un signo de renovación?
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