22.NOV Viernes, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
Clasificados
Opinión

Mohamed Mursi, miembro de la Hermandad Musulmana (HM), ganó las elecciones presidenciales de Egipto hace poco más de un año porque su movimiento islamista, convertido en partido político tras la caída de Mubarak, era la única entidad conocida y bien organizada de ese país, además del entonces repudiado partido nacional de los militares.

Ariel Segal, Opina.21
Arielsegal@hotmail.com

Mohamed Mursi, miembro de la Hermandad Musulmana (HM), ganó las elecciones presidenciales de Egipto hace poco más de un año porque su movimiento islamista, convertido en partido político tras la caída de Mubarak, era la única entidad conocida y bien organizada de ese país, además del entonces repudiado partido nacional de los militares. Es por eso que Mursi debió interpretar con humildad su ajustada victoria ante el candidato del partido oficialista y buscar consensos para una sociedad urgida de mejoras económicas,pero, también, como demostraron decenas de miles de manifestantes en 2011, de aires de libertad.

Era de esperarse, por la historia de violencia y fanatismo de la HM, que la agenda de Mursi no buscaría puntos en común entre sectores laicos de la sociedad egipcia, y fue así cómo con un polémico decreto presidencial exigió que en solo dos semanas se realizara un plebiscito para aprobar una Constitución que plantea que eruditos de la principal universidad islámica del país, Al-Azhar, sean consultados en leyes vinculadas a asuntos religiosos. Gradualmente, su gobierno confrontó a instituciones laicas, como la Corte Suprema de Justicia, cuyos magistrados han resistido agresiones de seguidores de la HM.

Mursi dejó a Egipto más dividido que cuando asumió la Presidencia hace un año. Millones de ciudadanos no sienten que aquellas reivindicaciones por las cuales tomaron las calles para deponer a Mubarak estén en la agenda del recién derrocado régimen. Los militares, que durante meses intentaron no involucrarse en los combates callejeros, manteniendo sus privilegios castrenses y económicos, se vieron forzados por las multitudinarias protestas a tomar posición en el conflicto y decidieron sacar al gobierno confrontacional de la HM del poder.

¿Golpe y punto? ¿Golpe a un gobierno que confabulaba un golpe desde el poder? ¿Prueba de que la mayoría de los egipcios no quieren ni un gobierno militar ni uno islámico? Por el momento son más las preguntas que las respuestas.


Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.