Guido Lombardi,Opina.21
glombardi@peru21.com
Solo en Madre de Dios se han deforestado (devastado sería más exacto) 40 mil hectáreas, el 10% de ellas en los últimos 36 meses. En esta historia todos somos responsables porque ha ocurrido frente a nuestros ojos y ante nuestra indiferencia durante las últimas décadas, aunque ahora se haya agravado por los precios del oro y por la existencia de la vía interoceánica. Por eso debemos atender el llamado del ministro del Ambiente para promover un acuerdo social contra la minería ilegal.
Siendo gravísimas la deflagración de los ecosistemas y la contaminación con cianuro y con mercurio, no son la parte más infame de la historia. La verdadera vileza es menos visible y ocurre en los llamados “pueblos azules” (por el color del plástico con que están hechos), donde la prostitución y la explotación laboral de niños son moneda corriente.
Las autoridades no hacen nada por impedirlo, en el mejor de los casos porque están amenazadas por los mafiosos, y en el peor, porque están corrompidas por esos criminales.
En su Historia universal de la infamia, Borges menciona a la viuda Ching, pirata. En nuestra particular historia también hay un ciudadano chino de nombre Yi Yanghuang que ha convertido la zona de Quincemil, en el Cusco, en tierra de nadie y que, inexplicablemente, no ha sido expulsado del país como extranjero indeseable.
Con estos criminales solo cabe la persecución implacable hasta erradicar la minería en zonas intangibles o con maquinaria prohibida.
Y al general recientemente asignado para la interdicción, y encargado de luchar contra los piratas, habría que recordarle la recomendación imperial: “Sé estricto, sé justo, sé obedecido, sé victorioso…”.
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