La flexibilización laboral contemplada en la Ley 30230 brinda la oportunidad de obtener experiencia y entrenamiento a aquellas personas que, a causa de sus circunstancias sociales y económicas, no pudieron dedicarse a una formación profesional. Además, reduce la altura de ese primer escalón necesario para entrar a una dinámica de obtención de experiencia, mayor productividad y mejores ingresos.
Recordemos que el Perú está en el puesto 95 en cuanto a rigidez laboral y que solo una minoría de los trabajadores (25%) participa en la formalidad.
El oponerse a esta ley es impulsar que los menos afortunados no incurran en el principal mecanismo de formación de capital humano que les queda. Quienes se oponen a la flexibilización fomentan la perpetuación de la desigualdad entre quienes tuvieron una juventud privilegiada y quienes no.
Las fuerzas políticas que se oponen a esta ley están mostrando que es pedirles demasiado que renuncien a un poco de votos y protagonismo político en favor de una mayor equidad de oportunidades.
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