22.NOV Viernes, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
Clasificados
Opinión

Por un lado, les decimos a los ricos que en cualquier momento nos volvemos velasquistas para que anden alineados…

Mauricio Mulder, Pido la palabra
Congresista

Si fuera por razones exclusivamente ideológicas, veríamos alrededor del gobierno a los sempiternos y sexagenarios portavoces de la izquierda, aplaudir a rabiar a su comandante en jefe. Pero no son solo razones ideológicas las que aparecen como explicativas del comportamiento de Ollanta Humala en el tema de Venezuela y en el caso de Repsol, sino, en mi criterio, mucho más pedestres y prácticas y que apuntan a un solo objetivo: el 2016.

A estas alturas ya todos sabemos que el presidente de la República es el menos ideologizado de su familia. No tiene el dogmatismo de su hermano Antauro, lector de un solo libro, ni el sancochado folklórico marxistoide velasquista pro burgués de su padre Isaac. Sin proponérselo se ha convertido en un hombre práctico que goza del momento histórico que le tocó vivir: bonanza económica, inercia empresarial, emergencia de la clase media, relativa tranquilidad de las masas asalariadas. Es claro que ante esa situación se miró un día en el espejo y se dijo, no sin algo de razón: “¿Para qué me hago problemas? Si quiero convertir en hechos lo poco que sé de mi general Velasco se me va a armar una trifulca política y mediatizada y no voy a dormir tranquilo”.

Hagamos “inclusión”, es decir, asistencialismo puro, y preparémonos para que este agradable limbo dure más que los cinco años constitucionales. ¿Venezuela? No es nuestro problema. ¿Para qué nos vamos a pelear con los que serán presidentes el 2016 cuando necesitemos que no nos critiquen la reelección conyugal y nos la reconozcan internacionalmente?

Intervengamos Repsol para matar dos pájaros de un tiro. Por un lado, les decimos a los ricos que en cualquier momento nos volvemos velasquistas para que anden bien alineados y no nos molesten tanto con que la reelección es ilegal o inconstitucional y del otro lado, manipulo precios de la gasolina para que con cada llenada de tanque de los usuarios estos se vuelvan incondicionales de la “pareja presidencial”.

¿Táctica demasiado elaborada para ser cierta? Quizá, pero quien la haya elaborado no pierde de vista un tema medular: que en el camino se enriquezcan los amigotes de siempre: Pago de 500 millones cash, luego pago de otros 700 millones a acreedores y compras hasta por mil millones por obligación legal. Piensa mal y acertarás. ¿Cuántas monedas se caerán de los bolsillos en cada transacción?
Más que un modelo ideológico o un pensamiento doctrinario, la “pp” quiere quedarse en Palacio. Tienen el ejemplo del concierto regional y la eventual indiferencia ciudadana, repleta de áulicos que fungen de “constitucionalistas” pero que sólo alcanzan a ser conspicuos exponentes del viril deporte nacional de la adulonería.

Por eso, no creemos que sea el asomo de un modelo regresivo que es absurdo llamar “la gran transformación” cuando en realidad es la gran reacción, por “reaccionario” es su connotación de volver al pasado, rechazar el presente, añorar la juventud perdida, conservar el viejo pensamiento ya puesto en práctica por los militares en el 68 y que le significó al Perú no sólo tener que pagar por más de 20 años las farras de préstamos con que irresponsablemente endeudaron al Perú, sino la consecuencia del manejo irresponsable de una retórica radical: la aparición de Sendero Luminoso.


Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.