Si hay un tema polémico en los últimos días, este es, sin duda, el de la ley del nuevo régimen laboral juvenil. Los jóvenes han organizado ya dos marchas multitudinarias en rechazo a esta norma y han convocado a una tercera. El abogado laboralista Ricardo Herrera opina sobre este marco normativo que ha puesto en apuros al gobierno.
¿Cuáles son los puntos débiles que tiene esta ley?
En un balance, es una ley positiva. Creo que, si la comparamos con el régimen de formación laboral juvenil o las prácticas profesionales o preprofesionales, hay una diferencia ligera. Ese régimen tiene un poco más de beneficios laborales que esta nueva ley. Otro punto débil es que haya un periodo de prueba de dos meses en el que el empleador puede despedir al trabajador. Quizá este periodo debería ser de un mes o no debería existir, porque se supone que es una ocasión para que el empleador capacite al trabajador.
¿Por qué concretamente sería positiva?
Porque puede generar un impacto positivo en un segmento de la población laboral castigado por una mayor tasa de desempleo (9.2%, cuando el promedio nacional es 4%). Es decir, tienen el doble de desempleo que el común de los peruanos. Eso básicamente porque son personas sin experiencia, normalmente sin calificación, sin especialización, que tienen poca empleabilidad.
Los empresarios están muy animados con este nuevo régimen laboral…
Con esta norma el empleador va a poder contratar a un trabajador con menores costos laborales por tres años. Con ello va a poder superar esa resistencia inicial que suele tener de contratar a muchachos que no saben hacer nada o saben hacer poco. El empresario, que hoy día no los contrata porque entiende que tiene otro candidato experimentado de igual costo laboral, con la ley va a tener un candidato experimentado con el costo laboral actual (50%) y un joven con 15% de costo laboral. Eso creo que debería animarlo más a contratar a este joven y así generar las posibilidades de empleo de este grupo.
¿El empresario es el que termina por beneficiarse más, entonces?
Se benefician los dos. El empleador, porque en efecto tiene un trabajador más barato, y el empleado, porque consigue el trabajo. Hay una mejora. El público objetivo de esta ley son jóvenes que nunca han estado en planilla. Es decir, el mototaxista, el jalador de combi, el muchacho que carga carretilla en el mercado mayorista, los jóvenes que están en una situación de vulnerabilidad laboral y a los que hay que darles la oportunidad de conseguir un trabajo.
¿Por qué tendría que haber una diferenciación entre este grupo de jóvenes y los demás trabajadores?
Porque ellos no consiguen trabajo. Así de simple. Esta ley no está pensada para el universitario que ya seguramente es practicante en algún lugar y que va a terminar su carrera y va a poder, sin duda alguna, estar en una planilla con todos los beneficios. Esto está pensado para jóvenes no calificados que no han tenido la suerte de seguir estudios universitarios o superiores, y cuya proyección de vida laboral es mínima y, por ende, su posibilidad de surgimiento personal y familiar en ingresos es tremendamente limitada. Para ellos está pensada la ley, no para los universitarios que están marchando ahora. A menos que estén mal preparados, que acaben en una universidad de segundo nivel que no tiene empleabilidad en el mercado.
¿No es eso un poco discriminatorio?
No, porque hay elementos objetivos que permiten justificar el trato diferenciado. La edad, la inexperiencia y la falta de capacitación de estos jóvenes son elementos suficientemente objetivos como para justificar ese trato diferenciado con menores derechos laborales. Tiene que haber diferenciación de acuerdo a capacitación o experiencia. De lo contrario, estaríamos en un comunismo salarial.
¿Ha habido una mala estrategia de comunicación con esta ley por parte del gobierno?
Creo que ha habido falta de difusión. Evidentemente, ante el vacío de difusión, la desinformación ha ganado terreno y también las versiones interesadas en contra de la ley.
¿Está ocurriendo lo mismo que con la ley de régimen de pensiones para los independientes, que finalmente fracasó?
Ese fracaso fue básicamente por un tema de falta de información oportuna de parte del gobierno y falta de una campaña nacional para lograr un consenso social. Creo que este Congreso cometió un error al abortar la reforma del sistema de pensiones.
El descontento es multitudinario…
La protesta no es necesariamente representativa. Hay tres millones de jóvenes, pero no hay tres millones de jóvenes marchando en las calles.
Ha habido alrededor de diez mil…
Si salía un millón, aunque sea, podría decir que los jóvenes están en total desacuerdo, pero, de esos 10 mil, ¿cuántos son jóvenes de 18 a 24 años?, ¿cuántos son dirigentes sindicales, barras bravas, del Movadef? Hay que darle más tiempo a esta ley antes de abortarla. Si nos guiamos por el descontento de la gente y no por lo que le conviene realmente, entonces no estamos gobernando con responsabilidad.
Por: Diana Hidalgo (diana.hidalgo@peru21.com)
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