En fiestas navideñas, el congresista Humberto Lay, presidente de la Comisión de Ética Parlamentaria, comparte sus reflexiones sobre lo que ha sido este año al frente del grupo y los cambios que busca en el código que regula el comportamiento de sus colegas.
¿Qué significa la Navidad para un cristiano que ha decidido incursionar en la política?
Bueno, lo que se recuerda es el nacimiento de nuestro señor Jesucristo. Él vino a la tierra para lograr el perdón de todos los que hemos cometido pecado, pero también vino a traer justicia y predicar un orden diferente. Amonestó duramente a los políticos y religiosos de su tiempo que no cumplían con la ley de Dios. Combatió la cultura de corrupción que existía entonces. La Navidad no solo son las tradiciones, sino que nos invita a una reflexión de cómo ha sido nuestra conducta que implique amor y respeto al prójimo.
¿Cómo se compatibilizan la religión, la fe y el cristianismo con la política y las mañas que esta suele mostrar?
Un político es un servidor público y su responsabilidad es por igual, no importa su condición social, ni económica ni religiosa. Cada persona tiene su propia fe y esta tiene dos componentes: uno es la parte dogmática, si cree o no cree y qué le reserva para su vida personal; y la parte de valores y principios que son los mismos en todas las religiones. Esos valores son los que uno trae a la política y en eso tenemos que coincidir para servir. Ojalá que sea así.
¿Cree usted que es difícil hablar de valores y principios en la política peruana?
Yo creo que, lamentablemente, hay mucha ausencia de valores y principios, y considero que es porque como país hemos entrado a una cultura de corrupción. Esta está en todas partes, no solo en la política. La vemos en la vida diaria, cuando uno se pasa la luz roja, cuando los comerciantes suben los productos, entre amigos que se quedan con el libro o el lapicero prestado, o los que se meten en la cola, en fin. Eso hace que tengamos políticos relajados en materia de valores. Como pueblo, debemos recuperar los valores en la vida diaria.
Con esa premisa, no debe haberle sido fácil liderar la Comisión de Ética…
Ha sido muy complicado, es una labor muy ingrata. A nadie le puede agradar estar investigando a colegas con quienes, después de recomendar una sanción, vas a tener que seguir trabajando. Por esa labor me he ganado algunos enemigos.
Y tengo la impresión de que este último caso ha sido más complicado. Incluso usted llegó a renunciar…
Bueno, sí. Después de los dos primeros años, se cometió un error al elevar el número de miembros de la comisión con el argumento de que debería ser una representación proporcional a las bancadas.
¿Y qué fue lo que pasó?
Al elevarse a 15, se politizó la comisión. Ya no era el criterio de siete miembros, sino el peso de los votos. Esto fue lo que ocurrió en el caso de Cenaida Uribe. Yo dije: “Esto dejó de ser Comisión de Ética y es una comisión política”. Gracias a Dios, la Mesa Directiva corrigió el error y volvimos a ser siete.
¿Usted percibe que hay blindajes en algunas comisiones en el Congreso?
En algunos casos puede haber habido. Yo me congratulo de que en el mayor número de casos se ha respetado el informe de la Secretaría Técnica y se ha actuado con imparcialidad. Hay excepciones, como repito, pero fueron solo algunos casos.
Yo recuerdo que usted, a inicios de 2014, anunció que plantearía una serie de cambios en el Código de Ética…
Y lo voy a hacer de todas maneras; será en la nueva legislatura.
¿Qué cambios puntuales, por ejemplo?
Por ejemplo, nuestro código es muy escueto y solo menciona unos cuantos principios de conducta y en forma muy genérica: veracidad, transparencia, honestidad, integridad, etc., pero, por la cultura de corrupción que vivimos, a veces los congresistas no toman como comportamiento inapropiado algunos actos y creen que es normal. Lo que tenemos que hacer es combinar principios con instrucciones específicas de lo que no debe ni puede hacer un congresista.
¿Esa sería una de las reformas que propondría?
Por supuesto. Por ejemplo, el código del congreso en Estados Unidos es muy voluminoso y fija hasta un monto del valor de los obsequios que pueden recibir los congresistas. También hay un desencuentro entre el reglamento de la Comisión de Ética y el de la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales. Tenemos que enlazar los hechos punibles que encontramos en la investigación para que sean procesados, de inmediato, en la subcomisión. Actualmente, solo corremos traslado.
¿Cuántos informes de Ética están pendientes de ser debatidos en el Pleno del Congreso?
Son tres. De los congresistas Jhon Reynaga, que ya lleva algún tiempo en espera, Heriberto Benítez y José León. Estos casos ya están en manos de la Mesa Directiva a la espera de que se les incluya en la agenda.
¿Y el caso de Víctor Crisólogo por qué la comisión demora tanto si es el mismo que el de su colega por Áncash, Heriberto Benítez?
No. Los casos fueron presentados en tiempos distintos. Primero fue el de Benítez y luego el de Crisólogo.
Por: Carlos Castillo (ccastillo@peru21.com)
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