Es indispensable hacer en el último día del año un balance de lo que pasó en el Perú en economía, seguridad ciudadana y corrupción en 2014. Fernando Rospigliosi realiza el análisis.
¿Cuál es su balance en temas económicos? Se habla de un decrecimiento…
Sin duda, lo que ha ocurrido estaba muy lejos de las expectativas. A principio de año se esperaba un 5% o 6% del crecimiento del PBI y, al final, vamos a tener como 2.7%. Hay una gran decepción respecto a lo que el gobierno pudo hacer para evitar esta desaceleración, que no solamente se da por factores externos, sino por la inacción del gobierno.
¿Se pudo evitar la desaceleración de la economía?
No necesariamente el enfriamiento de la economía tuvo que ser tan brusco; pudo haberse atenuado.
En seguridad ciudadana, ¿se redujeron los índices de criminalidad?
Las pocas cifras confiables que hay son las de la Encuesta de Victimización del Barómetro de las Américas, que arroja la cantidad de ciudadanos que son víctimas de delitos en un país. Ahí se muestra cómo la situación del Perú se ha deteriorado con respecto al 2012. Esta es una encuesta bianual. En el 2012 estaba alrededor de 28% y ahora está en 30%. Es un sondeo que se hace en las tres Américas, y el Perú ocupa el primer lugar. Entonces, está claro que la delincuencia y el crimen siguen avanzando.
¿A qué se debe?
Sigue sin haber una política para combatir adecuadamente la delincuencia. El gobierno se ha encontrado con un ministro que usa los medios de comunicación en beneficio propio y también en beneficio del gobierno para aparentar luchar contra la delincuencia cuando, en realidad, lo único que está haciendo es tratar de subir en las encuestas a costa de que la situación del delito empeore.
¿Qué tareas no se hicieron?
La primera y más importante, que le corresponde al gobierno, es los cambios en la Policía, que está carcomida por la corrupción. Tampoco se mejoró la situación de los policías, no se cambió el sistema en que trabajan un día y descansan otro, las escuelas de policías son absolutamente deficientes y producen agentes de pésima calidad.
Y la corrupción no solo alcanza a la Policía…
Lo que está ocurriendo en la Fiscalía de la Nación, que es una institución cada vez más importante en la lucha contra la corrupción y el delito, es gravísimo. Está con un fiscal de la Nación que ya está suspendido, pero que está cuestionado precisamente por su vinculación con el crimen organizado. Es un fiscal defendido por el gobierno. Entonces, el gobierno no hace nada para reducir la corrupción; más bien, está tratando de perpetuarla en estas instituciones.
¿Qué otras instituciones están infectadas por la corrupción?
Prácticamente todas. Estamos viendo en el Poder Judicial algo no tan escandaloso como en la Fiscalía, pero hay una corrupción galopante. Por otro lado, en la administración pública la cosa es igual o peor, en gobiernos regionales y el Gobierno Central. Esto ya se ha convertido en una de las trabas más importantes para el desarrollo.
¿De las instituciones del Estado, a su juicio, cuál actuó mejor y cuál peor?
Yo diría que el Banco Central de Reserva ha hecho un trabajo adecuado. La peor institución creo que fue la Fiscalía de la Nación. Su desprestigio es una situación que ni siquiera tuvimos en la década del 90. No se llegó a ese extremo de corrupción.
¿Al rol de los ministros qué nota les pondría?
En el caso de la premier, su imagen se ha visto desdibujada en el último tiempo. Se esperaba más de ella, pero ha sido claramente reemplazada por Urresti, quien hace el papel de premier. Él está totalmente fuera de control. La premier no puede controlarlo. Urresti está actuando más allá del Ministerio del Interior. Está claramente lanzado a la candidatura al 2016 y vive en función de eso, no está interesado en mejorar la seguridad, sino en su candidatura. En el caso de Figallo, tenía un papel irrelevante hasta que se vio envuelto en el caso Belaunde y se ha visto afectado. Creo que ha quedado muy desacreditado después de sus acciones en la Procuraduría.
Los ministros Mayorga y Cateriano fueron duramente cuestionados en el Congreso…
Sí, pero el Congreso no solamente está desprestigiado, sino que es muy corrupto. Es una institución muy corrupta. Entonces, el gobierno fácilmente puede manipular a los congresistas y comprarlos. Por eso, es muy difícil que pueda haber una censura contra algún ministro.
¿Cómo evalúa el papel del Congreso en temas legislativos y de fiscalización?
Mediocre. En este gobierno ocurrieron cosas muy turbias y las investigaciones no han llegado lejos. Ahora hay que esperar el debate del informe de la comisión López Meneses, el cual el gobierno ha tratado de sabotear. En conclusión, el Congreso no ha investigado bien por la incapacidad de alguno de sus miembros.
¿Qué imagen deja este gobierno?
De ineptitud y falta de liderazgo. El gobierno es permeable ante la corrupción; no es capaz de luchar contra ella. Eso ocurre cuando los gobiernos son corruptos, como este.
AUTOFICHA
■ “Fui ministro del Interior en el gobierno de Alejandro Toledo en dos periodos. Soy periodista, sociólogo y analista político. Considero que la situación actual de la política peruana es precaria, y es difícil aventurar lo que pasará en las elecciones presidenciales del 2016”.
■ “La Contraloría ha sido pasiva, pero su labor es limitada. Es verdad que muchas veces los corruptos violan las normas, pero en otros casos las normas no son violadas y, sin embargo, hay sobornos
y una serie de cosas que competen a la Fiscalía y al PJ”.
■ “Después de la renuncia de Arbizu y Salas, y con el último escándalo de Vilcatoma, la Procuraduría ha quedado muy debilitada. Está claro que esta institución se somete a las órdenes del poder político y no actúa con independencia. Ahora la Procuraduría está fuera de juego”.
Por Ricardo Monzón Kcomt (rmonzon@peru21.com)
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