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Opinión

Esta historia del Fonavi es un ejemplo más de cómo la “ingeniería social” o el dirigismo estatista que nuestro país trató de imponer con el modelo velasquista no solo fracasó estrepitosamente, sino que aún nos quedan secuelas, como este fósil. El Fonavi fue una “genial” idea de Morales Bermúdez, que la recogió del constructor aprista Ramón Ponce de León, que, a su vez, la importó del México del PRI. Típica ideología socialista: les quito (o robo) dinero a muchos aportantes para beneficiar a unos pocos afortunados subsidiados (y a los grandes constructores). Aquí vale la pena una aclaración histórica: miente la izquierda cuando afirma que con el general Francisco Morales Bermúdez se inició una “contrarrevolución derechista”.

¡Ojalá! Este inútil no solo mantuvo casi intacto el esquema económico velasquista (solo retrocedió un poco en cuanto a relaciones laborales, proteccionismo y tenencia de divisas), sino que hasta lo profundizó en dos aspectos: redujo a unas mínimas 25 hectáreas el límite expropiable de tierras por la reforma agraria y, con su ministro de Vivienda marino Cafferata (este aconsejado por su viceministro De Martis), promulgó una absurda ley del inquilinato, que congeló las rentas y complicó los desalojos, lo que generó que la oferta de viviendas para alquiler desapareciese completamente hasta la liberalización de Fujimori.

Con la inflación, miles de ancianos propietarios vieron licuarse sus ingresos por alquileres, mientras los sinvergüenzas que les alquilaron vivían casi gratis en sus viviendas. Y Morales Bermúdez fue, por largos años, ministro de Economía de Velasco. ¡Ahora de viejo le ensalzan algunos cuando fue tan nocivo e inoperante!


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