El ex ministro del Interior Fernando Rospigliosi piensa que el matrimonio Humala-Heredia tuvo injerencia en el sistema judicial antes de llegar al poder. Considera exagerado que se censure al ministro del Interior, Carlos Basombrío, por marcha del Movadef.
En su última columna en El Comercio dijo que Alan García conocía los audios que incriminan a Humala, ¿por qué los guardaría? – ¿Por qué los haría públicos? No tenía ninguna obligación. Si hubiese querido perjudicar a Humala él hubiese podido ordenarle a la Policía que los filtre.
¿Tanto como ordenar a la Policía? – Sí, claro. Él podía decirles a sus amigos de la Policía que lo filtren, como alguien se lo filtró a Humala.
¿Cree que hay responsabilidad de la Fiscalía o el Poder Judicial por el ocultamiento de estos audios? – No soy abogado, pero hasta donde he podido leer, el fiscal, que no estaba investigando ese caso pero tuvo acceso a esos audios, debió haberlo entregado a quien correspondía y no lo hizo. La compra de testigos es un delito.
Siguiendo esa lógica, ¿sería consecuente revisar el caso que fue archivado en 2009? – Sin duda, porque además de eso han aparecido otros testigos como el que presentó Beto Ortiz y el audio de Cuarto Poder. Es evidente que lo que todos sospechaban es cierto, que Humala cometió crímenes siendo el capitán Carlos en Madre Mía. Creo que hay indicios que muestran que hubo manipulación del Poder Judicial y la Fiscalía.
Esto desbarata un poco la tesis de que solo el Apra tiene simpatías dentro de la Fiscalía, ¿cierto? – Así es. Digamos que en el Perú los políticos, cuando llegan al poder, siempre intentan manipular las instituciones judiciales, ya sea para librarse ellos de acusaciones o para acusar. El Apra, en efecto, ha sido uno de los partidos que más ha hecho en ese sentido. Pero está claro ahora que Humala y Heredia también.
Dijo que alguien se congració con el entonces candidato Humala dándole los audios. ¿Se puede saber quién? – No.
¿Usted conoce su identidad? – Dejémoslo ahí. Digamos que esos audios terminaron en La República, que fue un periódico amigo de Humala en la campaña. Y fue toda una maniobra, porque le hacen llegar los audios, pero no los que incriminaban a Humala. A partir de ahí hacen escándalo para poner el parche antes de que reventara el chupo.
Cambio de tema. En el Congreso se habla de interpelar al ministro Basombrío por la actuación de la Policía frente al Movadef. ¿Qué le parece? – Primero tengo que dejar claro que tengo varios amigos en los cargos más altos del Ministerio del Interior. Ahora, creo que se puede interpelar a cualquiera, es una potestad del Parlamento. Pero se está hablando de censurar al ministro por la marcha del Movadef. A mí me parece exagerado. Creo que hubo errores. Esa contradicción entre el ministro y el director de la Policía lo fue.
¿Y le parece que el tema se solucionaría solo con cambios en la Policía? – No lo sé, el error ya se cometió.
Esto ha traído al debate un tema cíclico, que es la apología al terrorismo. Se dice que la actual ley no ha sancionado a nadie por su redacción ambigua, ¿usted piensa lo mismo? – Me guío por lo que he leído, y los expertos dicen que no hay manera de sancionar. Se está presentando un proyecto que lo único que hace es poner sinónimos a la apología. Hay que tener en cuenta que los abogados que dirigen el Movadef tienen larga experiencia y se cuidan para no caer en los alcances de la ley.
Ellos se han movilizado con carteles que tienen el rostro de Abimael Guzmán y la ley habla de enaltecer a terroristas. – Claro, y ahí vienen las leguleyadas de los abogados. Porque dicen que no hacían exaltación de la guerra popular ni de Sendero Luminoso, solo ponían la foto y los años que lleva preso. Caminan al filo de la ley y la burlan.
¿Entonces sí cree que hace falta una ley más precisa? – Sí, ojalá que se pueda. Pero no está tan claro que eso se pueda precisar. Creo que el problema más importante es saber qué hacemos con esta gente, no solo la ley. Se requiere mucho más que eso, porque esta gente capta sobre todo jóvenes que es peligroso. No basta una prohibición legal.
*¿Se debería limitar sus apariciones públicas o políticas? – Esa es una opción pero, ¿cómo combatimos políticamente a este grupo que está captando algunos jóvenes?*
Bueno, ellos se amparan en la libertad de expresión. – Claro, y ahí tenemos el problema clásico porque la libertad de expresión tiene que existir. Pero hay que controlar la existencia de estos grupos.
Hay otros países, con plena democracia, donde uno es sancionado por reivindicar al nazismo o a Hitler. – Claro, es un extremo. Pero hay otros ejemplos en los que se les integra al sistema. En Uruguay un ex tupamaro fue presidente, en Brasil una ex militante de una organización que practicó la lucha armada fue presidenta…
El Apra mismo se supo levantar en armas. – (Risas) Claro que sí, hay varios casos. ¿Por qué camino vamos?
¿Qué camino le agrada a usted? – No lo sé. Creo que hay que discutirlo. Repugna la consciencia de cualquiera la integración de quienes cometieron estos crímenes. Pero creo que eso merece una discusión.
¿Le parece que Crespo y Fajardo deben participar de dicha reunión? – No, no. Creo que es una discusión que corresponde a la sociedad. Ellos tienen sus propios intereses, pero esto le corresponde discutir al Parlamento, a la democracia, a los medios de comunicación.
Hace poco habló de una ‘trumpización’ en el fujimorismo, como una vuelta a posturas más conservadoras. ¿Cree que esta será su posición de cara al 2021? – No tengo idea, porque recordemos que en 2015 Keiko Fujimori dio un vuelco hacia una posición más liberal y después ha retornado a una posición más conservadora. ¿Qué es ella? No lo sé. Creo que, asesorada por algunas personas que creen que la ‘trumpización’ es el camino, podría, por razones más pragmáticas que ideológicas, adoptar ese punto de vista. Pero hay un problema…
¿Kenji? – No. Que líderes como Donald Trump y Hugo Chávez son populistas y Keiko no es así. Es gente que tiene una verborrea populista, que habla, miente, dice cualquier cosa y Keiko es todo lo contrario. Ella lee sus discursos, aparece poco y se cuida mucho. Es difícil que ella entre en esta onda. No es una líder populista.
No ve en Keiko los atributos del clásico caudillo latinoamericano. – No, eso está clarísimo. Ella tiene una formación en universidad norteamericana y está bien. Ella se cuida, ella lee. Es lo opuesto a un líder populista. Entonces hay una contradicción porque adopta ideas como Trump pero su personalidad es distinta.
Hay una convivencia tensa en Fuerza Popular por la postura asumida por Kenji Fujimori. ¿Cree que es una apuesta personal de él? – No, esto está coordinado o dirigido por Alberto. Kenji no actúa solo, actúa con su papá. Allí hay una divergencia importante que ha sido notoria en las últimas semanas y meses y que el Gobierno ha tratado de aprovechar, con un éxito que después podría volteársele.
Los congresistas Torres y Letona, que son voceros del bando de Keiko, han tratado de minimizar la figura de Kenji Fujimori. – Claro, han tratado de ningunearlo.
¿Cree que están forzando su salida del partido? – No, eso no va a ocurrir. El partido fujimorista es Fujimori. Eso no creo que cambie en el corto plazo. Pero Keiko están tratando de hacer un control de daños para evitar que esto los perjudique más.
¿La perjudicaría a ella el arresto domiciliario de Alberto Fujimori? – Bueno, ellos opinan que sí.
Han sido cautos desde que Carlos Bruce mencionó esta posibilidad. – Carlos Bruce habló de la libertad.
De ahí desencadenó todo.
Claro. Los hechos muestran que eso no le gusta nada a la gente de Keiko. O-_ – Obviamente Alberto Fujimori en libertad le restaría liderazgo y poder a Keiko. Ella tiene un poder enorme en el partido y la vacada. Pero Alberto en libertad, incluso siendo domiciliaria, le restaría poder.
¿Por qué sacaría el oficialismo a debate nuevamente la situación de Alberto Fujimori? – Para ahondar las discrepancias en el fujimorismo y para aprovechar eso, bajar la presión sobre el Gobierno, lograr aprobar cosas que necesitan en el Congreso, pero es una jugada muy peligrosa. Si ellos no logran una solución el fujimorismo les va a pasar la factura, tampoco son mancos. Ya estamos viendo las amenazas de interpelación y censura en la agenda. Están devolviéndole el golpe al Gobierno.
¿Y qué golpe propinaría el Gobierno? ¿No liberar a Alberto Fujimori? – O liberarlo. Pero es difícil, porque Kuczynski ganó gracias a los votos del antifujimorismo. De eso no caben dudas. Él estará dudando entre correr el riesgo de enfrentarse a los votantes o a una mayoría abrumadora en el Congreso.
Hoy que tantos presidentes están siendo investigados, cuando no imputados, por ejemplo Omar Chehade dijo el fin de semana sentirse estafado por Ollanta Humala…
(Risas)
… ¿usted qué siente por Alejandro Toledo? – (Silencio) Me da pena que esté en esta situación. Él hizo bastante por recuperar la democracia, es evidente que jugó un papel destacado. Yo me sumé a su campaña en 2001 por eso. No me imaginé que fuera a hacer lo que hizo. Una cosa son sus comportamientos personales y otra es enriquecerse, como todo indica que ocurrió, con dinero público. Porque las coimas de empresas no las sacan de su bolsillo. Realmente es lamentable porque no solo decepciona a los que estuvieron cerca de él, sino al país.
Yehude Simon, que fue presidente regional de Lambayeque, dijo el fin de semana que Andrade Gutiérrez no tiene nada que ver con el proyecto Olmos. ¿Eso nos lleva a alguna conclusión sobre las siglas ‘AG’?
- (Risas) Todo indica que las siglas AG son de Alan García, ¿no? De eso caben pocas dudas, aunque él lo niega.
Por último, lo que ha aparecido no habla de ningún pago hacia ‘AG’, ¿cierto?
- Así es. Lo de Toledo y Humala es clarísimo. En el caso de García hay muchas sospechas pero no evidencia.
En el caso de Humala el presidente del Poder Judicial (Duberlí Rodríguez) dijo que no podría configurar corrupción porque aún no era funcionario. – Eso es una ridiculez, una leguleyada. Yo no sé si fue un desliz o hay algo más. El Poder Judicial ha sido complaciente. ¿Qué han descubierto acá? Nada, todo viene del extranjero.
En todo caso eso habla mal de la Fiscalía. – Del sistema judicial peruano, es un desastre. No se avanza nada.
La última, desde Francisco Morales-Bermúdez hasta Humala todos los ex presidentes han sido sancionados o investigados. ¿Qué reflexión nos deja esto como país democrático que elige a sus autoridades? – La sensación que nos deja es la desesperanza. Tanto en dictaduras como en democracias se han cometido muchos delitos, en particular la corrupción. Eso nos demuestra que los sistemas político y judicial no están funcionando. Siempre se dice, al inicio de cada gobierno, que una de las tareas es reformar el sistema judicial. En los años 2000 y 2001 se estableció un sistema anticorrupción que por primera vez sentenció a ex presidentes, generales y ministros.
Me dice que la antigua clase política le genera desesperanza. ¿Y la nueva? La de Kenji, Keiko, Guzmán y Verónica Mendoza, ¿le genera esperanzas?
¿La verdad? No. O sea, no lo sabemos. Ya hemos tenido nuevos, Fujimori era nuevo en el 90 y Humala lo fue también. Los nuevos, en general, no han sido distintos.
Autoficha
- “Estudié Sociología en la Pontificia Universidad Católica y soy especialista en temas de seguridad ciudadana. Fui ministro del Interior en dos oportunidades durante el gobierno de Alejandro Toledo y también fui presidente del Consejo Nacional de Inteligencia”.
- “El oficialismo ha sacado la situación de Alberto Fujimori para ahondar las discrepancias en el fujimorismo y para aprovechar eso, bajar la presión sobre el Gobierno, lograr aprobar cosas que necesitan en el Congreso, pero es una jugada muy peligrosa”.
- “Recordemos que en 2015 Keiko Fujimori dio un vuelco hacia una posición más liberal y después retornó una posición más conservadora. ¿Qué es ella? No lo sé. Creo que, asesorada por algunas personas que creen que la ‘trumpización’ es el camino, adoptó ese punto de vista”.
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