Venezuela es el país con la menor desigualdad económica en toda la región, pero a su vez cuenta con el menor ingreso promedio por habitante, llegando a penas a los US$27 por mes. Si bien la situación es catastrófica, el actual gobierno se las ingenió para instalarse por 17 años en el poder, lo cual fue posible gracias al uso de programas sociales –mal diseñados– con fines populistas. Uno de ellos es la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV), el cual fue iniciado por Chávez para proveer viviendas a familias damnificadas por las lluvias que azotaron Caracas en el 2010.
No obstante, la GMVV se desnaturalizó rápidamente, puesto que se empezó a usar como un instrumento demagógico, lo que incrementó la meta de viviendas a 3.7 millones hacia el 2019. Además, la falta de transparencia en la GMVV es una gran constante, ya que no existen mecanismos que permitan su monitoreo. Tampoco existen criterios claros para definir a la población vulnerable elegible ni existe información sobre las empresas constructoras favoritas en las licitaciones públicas.
El programa generó severas pérdidas de valor a las propiedades aledañas a la instalación de las misiones vivienda. La falta de diseño urbanístico es notable en las edificaciones desperdigadas. Estas cuentan con 40 departamentos distribuidos en 8 pisos. Increíblemente, muchos carecen de conexiones de agua potable, desagüe y luz eléctrica.
Ganar el clamor popular fue fácil, pero no alivió la pobreza de forma sostenida y más bien generó más igualdad hacia abajo. Aprendamos.
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