La tecnología ha avanzado a tal punto que se han empezado a conectar muchas cosas a Internet: refrigeradoras, redes eléctricas, autos, parqueos, buses, etc. Un buen día, no tan lejano, las cosas nos dirán qué comprar en el supermercado, pero al mismo tiempo nos permitirán usar los medios de transporte más rápidos disponibles para llegar a algún sitio, identificar qué espacios de estacionamiento están libres en las inmediaciones, etc.
Si hoy el Waze nos parece extraordinario, lo que se viene es una revolución de la información que estará a nuestra disposición (y que tendrá mucho mayor precisión que el Waze actual). Esto nos permitirá ahorrar tiempo, recursos y mejorar el medio ambiente, siempre que compartamos información sobre algunas de nuestras actividades. Pero, al mismo tiempo, generará mucha información que no necesariamente quisiéramos que caiga en manos de terceros. Información sobre mis rutas al trabajo y en qué horarios mi familia y yo no estamos en casa, por ejemplo, no debieran estar disponibles para cualquier tercero, por razones de seguridad y privacidad.
Considerando los altos beneficios de compartir nuestra información, según se expuso en el World Economic Forum (Myers, 2016), una posible solución a esto es la que está desarrollando la Universidad Carnegie Mellon, que propone un programa de alta compatibilidad entre softwares llamado Asistente de Información Personal. El objetivo es que una aplicación identifique los sensores que recopilan información en un determinado lugar, a fin de validar si se trata de softwares nuevos o ya autorizados, y en el primer caso qué tipo de información están recopilando y si deseamos compartirla o no.
Hacia allá vamos, pero nada de esto nos dará suficiente seguridad si voluntariamente publicamos en redes sociales detalles de nuestro día a día, como ‘nos fuimos todos de viaje’.
@fdocaceres
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