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Opinión

“Harían bien las autoridades en pensar cómo pueden mejor la calidad de los servicios”.

El ministro del Interior, Carlos Basombrío, está buscando que los alcaldes dispongan de más recursos para luchar contra la delincuencia, para lo cual ha propuesto que los arbitrios de seguridad se cobren vía los recibos de luz.

Más allá del debate legal sobre la constitucionalidad/legalidad de la medida, la oportunidad es propicia para preguntarnos por qué tan pocos contribuyentes pagan arbitrios y otros tributos municipales. Algunas hipótesis.

Primero. Según el Servicio de Administración Tributaria (SAT), en el 2015 hubo 68.53% de contribuyentes morosos al pago de arbitrios y/o predial. A pesar de que se trata de ‘contribuyentes habidos’, el sistema de recaudación funciona tan mal que solo llega a cobrar tributos a un tercio del total.

Segundo. Los vecinos perciben que no hay una adecuada contraprestación por los tributos que se pagan (el huevo o la gallina).

Según la encuesta Lima Cómo Vamos – LCV (2015), por ejemplo, el 85% de limeños considera que la inseguridad es el principal problema de la ciudad, 49% el transporte público y 35% la limpieza, indicadores que nos dan una idea de la insatisfacción que tienen los vecinos sobre servicios que, en mayor o menor medida, son de responsabilidad municipal (limpieza íntegramente).

Tercero. Hay una mala sinergia entre los gobiernos locales y el Gobierno Central para prestar servicios a los vecinos.

Por ejemplo, según el Censo Nacional de Comisarías del Instituto Nacional de Estadística e Informática (2015), tan solo 15% de las comisarías tiene acceso a la información de registros públicos, básica para luchar contra la delincuencia, lo cual evidencia que, a veces, el problema es de mal uso de los recursos existentes.

Por eso, al pensar en soluciones para los problemas presupuestales de los gobiernos locales, harían bien las autoridades en pensar cómo pueden mejorar la calidad de los servicios. De lo contrario, seguirá alimentándose la aceptación social de esos dos tercios de vecinos que hoy se zurran en los demás.


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