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Opinión

Juan José Garrido,La opinión del director
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En la nota que publicó el miércoles la web de Perú21 sobre los principales ejes de la presentación de la premier Jara ante el Congreso, el comentario de una de nuestras lectoras, Mapi Insua, resumía a la perfección el ejercicio protocolar: ¡qué tal feria de promesas!

Y, valgan verdades, fue tal cual. Quitando, por supuesto, los temas sensibles del gabinete (¿alguien gritó lobby?), el resto fue un carnaval de ofertas. En todos los frentes: educación, salud, seguridad, economía (y a nivel sectorial), programas sociales, lucha contra la corrupción y un largo etcétera. De todo, como en botica.

¿Era necesario ese derroche de promesas? En principio no; la mayoría de bancadas esperaba cosas muy puntuales antes que un mensaje a la nación fuera de fecha. Dicho esto, también podría señalarse –y no sería incorrecto– que criticar a la premier por un exceso de información y de entusiasmo puede ser mezquino.

Lo cierto es que, mientras escribo estas líneas, aún no sabemos qué será del gabinete Jara. Hoy deberíamos conocer el futuro del mismo; empero, si es rechazado de plano, debemos recordar que estaba en manos del gobierno realizar las correcciones necesarias para evitar el fracaso. Respecto a los conflictos de intereses, respecto a la presencia de un procesado, respecto a la falta de liderazgo, y así, lo de siempre.

Si no corrigieron, es por la interpretación que sobre la democracia tiene nuestro mandatario. Ayer sostenía que ellos, el gabinete Jara, cumplieron con su papel y que esperaba que el Congreso cumpla el suyo “en función de los intereses del país”. Si el Congreso rechaza al gabinete Jara, ¿no estaría también cumpliendo su papel? Si es así, ¿no dirán que fue en función de los intereses de sus electores?

No están las cosas para poner al gabinete o al gobierno en el diván. Pero este comportamiento se acerca a lo circular, y ello debería llamar la atención. A fin de cuentas, como en las ferias, ¿cuántas veces podemos subirnos al tiovivo sin marearnos?


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