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Opinión

“Endilgarle la responsabilidad de esta nueva crisis oficialista al ‘nada técnico, nada sustentado y fujimorista’ informe del contralor es por demás absurdo”.

A propósito de la anulación de la adenda y el contrato suscrito con Kuntur Wasi y la cantada renuncia del vicepresidente Martín Vizcarra a la cartera de Transportes y Comunicaciones, pareciera que en el Gobierno se han quedado con la sangre en el ojo.

Así tenemos a Fernando Zavala confrontando al Parlamento por lo ocurrido con Vizcarra y las tentativas interpelaciones que están ad portas (Interior y Salud). “Una cosa es control político y otra es el abuso de poder”, señaló.

Al parecer, nuestro premier está confundiendo las cosas y de paso confunde a la ciudadanía. Si bien Martín Vizcarra fue interpelado conforme lo permite la Constitución, su renuncia como ministro fue una decisión de gobierno que obedeció a la coyuntura que el mismo ppkausismo forjó. Entonces, ¿cuál sería el abuso de poder que se alega?

Asimismo, insistir en endilgarle la responsabilidad de esta nueva crisis oficialista al “nada técnico, nada sustentado y fujimorista” informe del contralor es por demás absurdo, más aun si el propio gobierno convalidó las conclusiones de este documento con el anuncio de las anulaciones y la mencionada renuncia.

El premier Zavala es quien debería asumir hidalgamente la responsabilidad en este asunto, pues, como cabeza del Consejo de Ministros, debió tener el olfato político para advertir el riesgo innecesario en el que se colocaba al primer vicepresidente de la República. Su falta de previsión es lo que ha generado esta nueva complicación a la gestión Kuczynski.

Finalmente y habiéndose empezado el proceso de reconstrucción con cambios en la zona norte del país, bien haría el jefe de Estado en iniciar paralelamente la reconstrucción de nuestra precaria gobernabilidad (también con cambios, pero en el gabinete). Empezó bien con el enroque de B. Giuffra y con la designación de P. Olaechea. Veamos qué sigue.


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