Guido Lombardi,Opina.21
Para que tengan una idea del poder desmesurado del que estamos hablando, cuatro fiscales que se animaron a hacer su trabajo y allanaron un inmueble donde se presumía operaba una central de chuponeo, fueron despedidos y hoy enfrentan denuncias por delito de abuso de autoridad.
Los anuncios de una amplia investigación por parte del Congreso y de la Contraloría General de la República no logran devolvernos la tranquilidad.
Ya sabemos que cualquier conclusión inculpatoria concluirá con una decisión judicial que anule todo lo actuado como acaba de suceder en el caso de Alan García.
Es curioso que los herederos de Haya de la Torre –que siempre sostuvo que el Parlamento era el primer poder del Estado– recurran ahora, a través de leguleyadas formalistas, al Poder Judicial para neutralizar la tarea fiscalizadora del Congreso. “Quien no la debe no la teme”, suele decir García.
Sin embargo, de acuerdo a las investigaciones desarrolladas por la Megacomisión, García debe y mucho, pues las gracias presidenciales otorgadas durante su mandato equivalen al 30% de las condenas judiciales en ese lapso y, en un alto porcentaje, a condenados por narcotráfico agravado. En este caso, el que la debe no la teme porque confía en la red que el ejercicio del poder le permitió tejer para su futura protección.
Fiorella Nolasco y jóvenes como ella quizá nos demuestren que el pesimismo es injustificado y que sí podemos hacer algo para acabar con la grosera impunidad que hoy nos agobia.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.