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Opinión

Nuestra primera lealtad es con ustedes, nuestros lectores. Puede ser un cliché para muchos, pero para nosotros es de primera importancia […].

Juan José Garrido,La opinión del director

“Para que la verdad prevalezca, los periodistas deben aclarar a quién deben su primera lealtad”.

Bill Kovach y Tom Rosenstiel

Nuestra primera lealtad es con ustedes, nuestros lectores. Puede ser un cliché para muchos, pero para nosotros es de primera importancia; y por ello es que no tomaremos posición en las próximas elecciones. Por supuesto, cada medio es libre de actuar de la manera que mejor le parezca; sin embargo, si desean tomar partido por uno u otro candidato, creemos que deberían manifestarlo abiertamente, sin disimulos o medias tintas.

La historia del periodismo está abarrotada de casos donde los medios tomaron posiciones partidarias; la historia local tampoco está libre de ellos. En sociedades maduras, como la norteamericana y muchas europeas, los principales medios periodísticos toman partido de manera recurrente. Nadie lo critica porque tanto los medios como los lectores parten por asumir que el medio, aun tomando una posición, será objetivo respecto a su candidato y a sus oponentes cuando sea necesario. En principio, un medio puede tomar posiciones y no por ello poner en riesgo su objetividad; es difícil, sin duda, pero ocurre.

Nada menos que el New York Times, por ejemplo, apoya de manera regular candidaturas, y de todo tipo (presidencial, legislativa, judicial, entre otras), a tal punto que mantienen un listado de ‘endorsements’ en su página web. Es un apoyo abierto, pero con condiciones. Hace pocas semanas, por ejemplo, comunicaron que no apoyarían a un candidato específico en las primarias del Partido Demócrata porque no había mantenido una promesa de campaña. Así de simple y sencillo.

Tomar partido por un candidato, pensamos, requiere de dos factores elementales: en primer lugar, madurez por parte del medio para poder separar la paja del trigo en toda situación que se presente, a favor o en contra de su candidato o de los adversarios de este. En segundo lugar, se requiere de un público lo suficientemente maduro para reconocer cuando ello ocurre en realidad, y cuándo no. El lenguaje nos permite ser duros o suaves, directos o torcidos; podemos escribir a favor o en contra de un candidato (o una postura) sin dejar mucha evidencia, como también podemos castigar una acción de tal manera que al final parece un apoyo más que una crítica real.

Luego están las pasiones y opiniones personales. Uno suele pensar en un medio como un bloque uniforme, cuando en verdad se cuelan entre líneas las posiciones de muchos, desde la redacción hasta la dirección periodística. Mantener una postura única y estricta por los meses de una campaña puede ser una tarea titánica, y no faltará aquella línea que ponga en duda lo actuado.

A comienzos de esta campaña electoral no faltó quien nos pregunte a qué candidato apoyaríamos. “A ninguno”, era la respuesta, seguida de una explicación más o menos similar a la que hoy planteamos. Y así nos hemos mantenido: al margen de las posiciones, sea quien sea el candidato. Si revisamos el registro, encontraremos que así se ha actuado. Por supuesto, no nos libramos del párrafo equivocado, lo que nos motiva a ser más claros y cuidadosos, hoy y en el futuro.

La prensa ha jugado un rol crucial en nuestro tránsito democrático y, en mayor medida, en estos últimos años. Esa visión de los medios como guardianes del interés público, de epicentro del debate y foro de opiniones debe construirse y cuidarse de tal forma que los peruanos se sientan, en efecto, protegidos por ese cuarto poder. Nos parece difícil construir esa realidad si, en paralelo, asumimos los riesgos que un apoyo partidario implica.

La periodista Sheila Coronel decía, pensando en la función de la prensa, que –idealmente– esta debía mantener a los ciudadanos vinculados a las tareas de gobernancia, en general, a través de la información, la educación y la movilización del público. Pero los medios también pueden promover los consensos, servir de voz a aquellos que no tienen los canales o el acceso a ser escuchados. Todo ello podría estar limitado si, durante una etapa electoral, el medio opta por una posición en especial.

Como dijimos, creemos que cada medio debe optar por tomar o no partido a favor de tal o cual candidato; y si es así, que sea de manera abierta y transparente.
En este sentido, estamos a favor de partidos sin medios y medios sin partidos. Al menos, mientras asentamos las bases de nuestra precaria democracia. Nada es más importante, para nosotros, que su confianza, y ella está ligada a nuestra independencia y objetividad. No esperen nada menos.


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