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Opinión

En los últimos años, una de mis tareas más importantes es la de recibir en el Perú a cientos de periodistas que llegan atraídos por esa cocina peruana de la cual todo el mundo habla.

En los últimos años, una de mis tareas más importantes es la de recibir en el Perú a cientos de periodistas que llegan atraídos por esa cocina peruana de la cual todo el mundo habla. En ese mismo sentido, durante todo el año, viajo por el mundo dando conferencias y haciendo eventos para la prensa mundial, en los que intento contar historias de nuestra cocina que los anime a venir al Perú. En ambos casos, el objetivo es claro: promover, a través de nuestra cocina, una nueva imagen del Perú, sus productos, su cultura, su gente, sus destinos turísticos. Según sea el estilo o los temas que más les interesan, las preguntas que nos suele hacer la prensa son tan variadas como las historias que nuestra cocina les ofrece. Sin embargo, siempre, en todos los casos, surge una pregunta que todos llevan en su agenda. ¿Por qué? Cómo y por qué en tan corto tiempo la cocina peruana ha logrado darse a conocer en todo el mundo. Países de gran prestigio internacional han destinado presupuestos millonarios para popularizar su cocina y no lo han logrado, y, sin embargo, el Perú casi sin presupuesto y con una marca país en construcción lo logró en menos de diez años. ¿Cómo lo hizo? ¿Por qué sucedió? Nos preguntan siempre. La respuesta en todos los casos es siempre la misma. Sucedió por cinco motivos.

El primero. Una biodiversidad exuberante. La cocina necesita ingredientes y, si hay un país donde la variedad de ingredientes es apasionante, ese es el Perú. La diversidad de sus paisajes, climas y suelos ofrece a nuestra cocina una de las despensas más soñadas por todos los cocineros del mundo. Por ello, el cocinero peruano siempre ha sido un cocinero afortunado que pudo preparar platos deliciosos y variados todo el tiempo.

El segundo es su larga historia. Una historia con más de siete mil años de antigüedad que, a lo largo del tiempo, fue dando vida a fascinantes civilizaciones que aprendieron a usar sus recursos en armonía con su entorno. Es esta base cultural forjada a lo largo de siglos la que le dio al peruano una habilidad casi genética para las artes y la creatividad en general en donde la cocina no solo no fue la excepción, sino que fue una de sus manifestaciones más claras.

El tercero es que somos hoy una sociedad multicultural. Durante los últimos 500 años, pueblos de todos los rincones del mundo llegaron a vivir al Perú, trayendo consigo sus nostalgias y querencias, las cuales supimos abrazar y combinar en nuestra cocina, sin prejuicios ni miedos. El resultado es una cocina multicultural, de sabores, colores, palabras y platos únicos en los que un pedacito de cada uno de estos pueblos está debidamente representado.

El cuarto es que somos un país que ama su cocina. En el Perú, la cocina es mucho más que alimento. Es un sentimiento que nos une y despierta nuestra creatividad luego de siglos de colonización emocional. Es la fuerza que alimenta un renovado orgullo por lo nuestro y una imprescindible confianza en nuestro futuro.

Y, finalmente, el quinto motivo por el cual nuestra cocina es hoy tan conocida y quizás el motivo clave, dado que fue la locomotora de los cuatro anteriores, es que se trata de una comunidad gastronómica que supo estar a la altura de su tiempo. Que supo aprovechar las señales y las oportunidades que este mundo conectado le ofrecía, para convertir a un hermoso tesoro en bruto, llamado cocina peruana, en una industria con principios y valores compartidos, en una marca con valor agregado y prestigio, y, como consecuencia de ello, en una tendencia de consumo global. Una generación de cocineros, agricultores, pescadores, artesanos y autoridades, que, bajo el lema: “Nosotros no competimos, sino compartimos”, fueron capaces de dejar atrás miedos, desconfianzas, vanidades, egoísmos y miradas pequeñas y cortoplacistas para abrazarse, ayudarse, alentarse y, finalmente, ponerse de acuerdo en todo lo necesario para alcanzar su gran sueño: convertir a nuestra cocina en una herramienta de integración entre los peruanos, en un arma de promoción del Perú en el mundo y en una actividad económica que sea capaz de generar valor, confianza y oportunidades para todos los que forman parte de su cadena.

Compartir para crecer todos juntos. Esta fue la clave del desarrollo de la cocina peruana y de su expansión en el mundo, y es, a nuestro juicio, la clave para que cualquier actividad no solo económica sino también artística, intelectual, científica, deportiva y política pueda crecer y contribuir al desarrollo de un país. Entender el competir tan solo como una oportunidad para mejorar cada día lo que uno hace y no como la necesidad de vencer a otros hasta aplastarlos. Compartir un gran sueño que venza esa desconfianza mutua que nos paraliza como nación. Compartir para enfrentar juntos nuestras batallas comunes mientras vamos alcanzando nuestros sueños más personales. Compartir celebrando el éxito ajeno como si fuera el propio, llorando la derrota del vecino como si fuese la nuestra, uniéndonos en la adversidad con la misma emoción que nos abraza la victoria, repartiendo el éxito cuando estás en lo más alto, llevando aliento y oportunidades a aquel que se sienta olvidado. Compartir para crecer. Compartir para hacer crecer el Perú.


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