Ariel Segal,Opina.21
Arielsegal@hotmail.com
Se llama o se hace llamar Mariella, y sintió la necesidad de escribir en un mail la situación de su país, a quienes lo dejaron hace tiempo o a quien se interese en cómo la clase media vive la cotidianidad de una sociedad que se entregó por 14 años a una autocracia electoral: “No hay espacio donde no se sienta el efecto país”. En tu edificio, con tus vecinos, en tu trabajo, en la calle, en una oficina pública (obviamente), en centros educativos, en el cine, una tienda, un banco…”.
“A todo esto –continúa Mariella– debemos sumarle que la agresión psicológica diaria es extenuante, que somos insultados por funcionarios públicos a diario en los medios y otros espacios, funcionarios cuyos sueldos pagamos nosotros con nuestros impuestos y recursos que ellos solo administran, dinero que sale hasta del último indigente de este país que paga IVA. La agresión de todo tipo, la amenaza, el terror, el cerco, se hace cada día más insoportable…Al fin y al cabo, esa es la idea de estos sistemas: irte quebrando el espíritu, el ánimo, la voluntad…”.
Del largo mensaje de Mariella (véase completo en mi www.arielsegal.wordpress.com) cito su clamor hacia la indiferencia de “países hermanos”: “Años de admiración hacia los supuestos ideales de justicia social del PT brasileño para entender que Lula fue una farsa, que el poder los embriaga, que son mejores negociantes que los capitalistas, más acérrimos que a los que ellos denigran y que les pasan por encima a las personas para cumplir con sus objetivos, como EE.UU. practican injerencia en otros países y nos ven a las víctimas del abuso de poder tan solo como ‘efectos colaterales’.
Hubo años en que pude ir a Turquía y me uní al boicot de la izquierda alemana para no darle dinero al Gobierno a través del turismo para oprimir a los kurdos. Años de solidaridad con Irak, Nigeria, Euskadi, Grecia, México, Colombia, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Perú, para ver hoy cómo muchos de esos gobiernos, sin ética ni moral alguna, solo piensan en los ‘petrodólares’ venezolanos para hacer negocios mientras, en los 70, este país recibía a las víctimas de las dictaduras de América Latina con los brazos abiertos”.
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