Viene el Día de la Mujer y, al igual que el año pasado, espero que nadie mande saludos o envíe regalitos diciendo feliz día. No es un día para celebrar, es para hacer visible que las mujeres aún la tenemos más difícil.
No voy a repetir que las mujeres enfrentan inaceptables niveles de violencia, que ganan menos que los hombres por igual trabajo o que tienen menos posibilidades de acceder a un puesto directivo o de representación. La evidencia es clara, la ruta de acción también.
Quiero destacar dos asuntos relevantes para la equidad de género sobre los que hacemos poco. Primero, las aspiraciones. Cada niña tiene que saber que puede hacer lo que quiera en su vida, que sin ser excepcionales, pueden ser científicas, geólogas o matemáticas o lo que decidan ser. A la vez, los hombres tienen que aceptar y atraer la presencia femenina a “sus” espacios (aló, club de Tobi). No se trata de desplazarlos, sino de competir como iguales, ganar diversidad y atraer más talento.
Segundo, hay que tomar acción en el espacio doméstico. Los hombres tienen que entrarles a las tareas del cuidado de niños, enfermos y adultos mayores, a la limpieza, a la lavada de ropa. No como favor, sino como práctica habitual. Me pregunto cuántos padres tienen grabado en su celular el teléfono del médico de sus hijos o de sus padres. Les aseguro que esa información está mayoritariamente en manos de las mujeres de su familia. Eso hay que cambiarlo. Comencemos por casa.
Hoy más que nunca, tenemos que hablar de igualdad y, sobre todo, ponerla en práctica. Una sociedad moderna y libre que busca ser justa e inclusiva tiene que dar la pelea por la equidad de género.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.