No es lo mismo la sopa hirviendo que ir viendo la sopa / una chica muy mona que una mona muy chica/ una ración de ave que una aberración/ mi tía la cacatúa, que la cacatúa de mi tía / un tipo apático, que un pato atípico*.
Estos ingeniosos juegos de palabras han hecho las delicias de generación tras generación. Pues ahora una persona al filo del abismo legal pretende que le creamos que ha inventado su propio y novísimo juego de palabras, en donde quien dice “la verdad es mi letra” en realidad quiere decir “mi escritura, mi letra, es mi defensa y mi verdad”. ¡Ya mucho!, hasta Cantinflas le habría respondido: ¿Cómo dice que me dijo que dijo?
Es obvio que aquí no hay juego de palabras y ella dijo lo que se dijo que dijo. La versión completa no deja dudas: “Tranquila quiero que los bogas acompañen la estrategia. La verdad es mi letra. Pero no puedo adelantarme pa q saque provecho Fiscalía”.
¿Por qué lo dijo? Otro mexicano universal tiene la respuesta: “Fue sin querer queriendo”. Probablemente no creyó que un mensaje privado a una amiga periodista iba a hacerse público. Una interpretación más sofisticada diría que, a lo Raskólnikov, lo que la llevó a confesar fue la agonía de no poder sobrellevar tamaña culpa (improbable: en el Perú hay crimen, pero no castigo).
Hay muchos que dicen “ya, dejen las agendas, están obsesionados con Nadine”. Obsesionados no, pero sí muy alarmados. Parece que no hemos aprendido nada. No es poca cosa que, después de los ‘vladivideos’ y la masiva corrupción del fujimorismo, hayamos tenido Ecoteva, Comunicore, ‘petroaudios’, ‘narcoindultos’, “lentejas”, Lava Jato y una decena de gobernadores regionales presos o fugados.
Y ahora saber, por estas agendas, que la pareja se enriqueció ilegalmente (¡y aún antes de gobernar!) es una pésima noticia. No podemos callar, no debemos callar.
*Tomados de Juegos de Palabras
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