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"Para ser campéon mundial hay que entregarlo todo"

El pasado 28 de noviembre, el trujillano ‘Píccolo’ Clemente se consagró Campeón Mundial de Longboard, un título con el que soñó desde adolescente. Hoy, a sus 31 años, puede decir “Misión cumplida”, pero el hombre todavía tiene sueños que cumplir. Sin duda, un grande.

Foto: David Vexelman.
Foto: David Vexelman.

Benoit ‘Píccolo’ Clemente,Tablista
Autor: Gonzalo Pajares
gpajares@peru21.com

Los deportes ‘alternativos’ nos siguen dando las mayores alegrías y llenándonos de títulos mundiales. El trujillano ‘Píccolo’ Clemente acaba de coronarse, en China, Campeón Mundial de Longboard, una variación, con tabla más grande, del surf tradicional. Sobre sus logros, su vida y su preparación gira esta charla.

¿Vienes de una familia amante de la tabla?
Mis padres tienen una casa en Huanchaco, pero no son aficionados a la tabla. A los siete años empecé corriendo una ‘morey’. Aprendí a correr con mis amigos de Huanchaco, como un vacilón. Pero todo cambió cuando mis papás me compraron una tabla. Como son extranjeros no andaban preocupados por mí, les gustaba que yo corra olas y, así, sin darme cuenta, a los 12 años gané mi primer campeonato. Desde entonces no he parado.

¿Te gusta competir?
Sí, me gusta medirme con los demás; el espíritu competitivo es parte de mí. El tema está en encontrar el deporte que más nos satisfaga y meterse de lleno en él. Como te dije antes, yo toda la vida he estado relacionado con el mar: siempre me gustó estar en la arena, en la playa, es más, muchos de mis mejores amigos son pescadores.

Huanchaco tiene, desde tiempos inmemoriales, una fuerte relación con el mar…
Es verdad. Como te dije, varios de mis amigos eran pescadores o hijos de pescadores. Y yo iba a pescar con ellos al muelle. Alguna vez pesqué en un caballito de totora. Ahora que lo pienso, fueron muchos los elementos que me llevaron a seguir en el deporte de la tabla.

¿Cómo llegaste al ‘longboard’?
Empecé a correr en una tabla pequeña pero un día Roberto Meza, en un Campeonato Nacional desarrollado en Huanchaco, me dijo: “Píccolo, ¿por qué no pruebas el longboard? Te veo la fuerza, el potencial, el timing”. “No sé, no estoy convencido”, le respondí. “Prueba, si no te gusta, lo dejas”, insistió. Me metí al Nacional y lo gané. Fue entonces que esta disciplina me llamó la atención, pues es una disciplina que combina lo radical y lo clásico, las dos maniobras: los flotes, los aéreos; caminar, hacer piruetas. Tenía 17 años y me quedé en el longboard.

¿Y dejaste la tabla convencional?
Transité ambos territorios, pero cuando me tocaba competir o estar en la selección nacional, dejaba la tabla convencional y me enfocaba en el longboard. Hoy solo hago longboard pues su feeling es diferente. La tabla pequeña te permite hacer maniobras más radicales, explosivas y agresivas, pero el longboard es más clásico, más relajado, pero exige mayores combinaciones.

¿Cómo eres fuera del mar?
Soy bastante tranquilo, pero siempre estoy pensando en mejorar, en innovar.

¿Cuáles son las playas ideales para el longboard?
Huanchaco tiene condiciones especiales: es una playa larga, tiene fuerza y es tranquila. Ah, lo mejor, puede correrse todo el año. ¿Chicama? Al ser una de las olas más largas del mundo, para el longboard es perfecta, pues permite hacer mayores combinaciones, otras maniobras y caminar sobre la tabla.

¿Te exige tener todos los días contacto con el mar?
Trato de hacerlo, pues la tabla es un deporte que necesita mucho estado físico, y siempre hay que hacer ejercicio para estar en forma. Por eso, trato de estar siempre en el agua, además, los campeonatos así lo exigen. Y todo esto lo tomo de forma natural, esta es mi carrera, así lo decidí. Ya me tocará, después, estar más pendiente de mi empresa, de mis actividades paralelas. Eso sí, siempre voy a tener una necesidad por el mar.

A los 17 años, cuando ganaste tu primer campeonato, ¿te propusiste ser campeón mundial?
Las metas aparecen conforme uno va avanzando. Y así hice. Tuve suerte, empecé a ganar, aparecieron algunos auspiciadores. Al inicio me apoyaron mis padres, pero desde hace cinco años Movistar es mi principal sponsor, y gracias a ellos puedo viajar, competir y ganar torneos. Sin duda, el título mundial no lo hubiera ganado sin su apoyo.

¿Y cómo llega uno a ser campeón mundial de longboard?
Hay un circuito de ocho fechas –Australia, Estados Unidos, Nueva Zelanda, India, Sri Lanka, etc.–, donde corren los 36 mejores tablistas del orbe. De ellos, 22 se quedan en la primera división. Y tan competitivo es el tema que todos han sido campeones mundiales. En el circuito, uno va sumando puntajes y, así, se llega a la final, que se corre a una sola fecha, que este año fue en China. Y si uno se ha sacrificado tanto para llegar a la final, allí hay que entregarlo todo… aunque uno viaje solo, incluso sin entrenador. El año pasado, que competí por primera vez, estuve entre los 12 primeros; la segunda vez, este año, fui campeón mundial. La prueba fue muy difícil. Estuve segundo hasta dos minutos antes de que se cerrase la competencia, pero Dios estuvo ese día conmigo, me envió una ola fantástica, me salió todo con ella y, así, vencí al brasileño Rodrigo Sphaier.

AUTOFICHA

- Nací en Cajabamba, una provincia cajamarquina. Mis papás estaban de visita y, por el destino, nací allí. Pero crecí en Trujillo. No he vuelto a Cajabamba.

- Estoy casado. Por cuestiones familiares, hace un año vivo en Lima. Mi playa favorita es Huanchaco. Mis padres tienen una casa allí.

- Estudié Administración de Empresas. Tengo mi propia marca de tablas y, durante el verano, tengo una academia de surf. Gané el Mundial y los Bolivarianos.


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