Henry Bradley,Piloto de autos
AUTOR: GONZALO PAJARES
gpajares@peru21.com
Es una leyenda de nuestro automovilismo. Además de ganar siete veces Caminos del Inca (venció en su primera versión, en 1966), Henry Bradley fue uno de los primeros peruano en participar en el Dakar, en 1986, cuando la carrera partía en París y terminaba en África. Vea imágenes de esta gesta en la muestra fotográfica que se exhibe en el Parque de la Felicidad de San Borja. Hasta el 19 de enero.
¿Cuándo empezó a manejar?
Me enseñó mi papá, quien también fue piloto de autos. A los cinco años yo ya llevaba el timón, sentado en las rodillas de mi papá, pero eso no es manejar. La primera vez que manejé con pedales fue a los 10 años. Llegaba a las justas, a pesar de que me pusieron unos pedales postizos. Recuerdo que manejaba hasta Pucusana, donde pasábamos el verano.
Imagino que su conexión con los fierros fue inmediata…
Así es. Tengo una anécdota: cuando nací, el primer lugar al que me llevaron fue al taller, no a mi casa, así que los fierros fue lo primero que olí al salir del hospital (ríe).
¿Cuál es la diferencia entre conducir y manejar?
Manejar significa tener un control absoluto del auto, conocer todas sus dinámicas y lograr que haga lo que uno quiere. Recién allí se lo ‘maneja’, cuando se convierte en una extensión de nuestro cuerpo.
¿Quién gana las carreras: la tecnología o el talento?
La tecnología ha avanzado mucho, pero el talento sigue siendo determinante. Claro, antes el piloto tenía un mayor porcentaje de maniobra. Pero no solo hay que tener talento al manejar, hay que tenerlo para poner a punto el auto. El piloto completo domina ambos terrenos.
Usted es una leyenda del automovilismo peruano…
Tomo con mucha satisfacción y con mucha humildad lo que he logrado en mi vida, porque, como siempre repito, en el deporte primero hay que aprender a perder, para luego aprender a ganar.
Caminos del Inca nació con usted. Es más, fue uno de los que trazó la ruta…
En 1962 fui a correr el Gran Premio de Argentina: partimos 268 carros y terminé cuarto en mi categoría y sétimo en la general. Entonces, me dije: “¿Por qué no tenemos en el Perú una cerrera así?”. Esta inquietud fue acogida por el Automóvil Club Peruano y empezamos a trabajar. Cogimos un mapa del Perú y empezamos a trazar la ruta.
Ganó su primera edición…
Sí, en 1966. Es una carrera difícil porque nuestra geografía es así. Y también es peligrosa, varios pilotos han muerto en ella. Cuando trazamos la ruta, en algunos lugares no sabíamos si de un punto a otro había carretera (ríe). Emilio Bellido fue nuestro ‘explorador’, quien buscó las mejores rutas pues, por ejemplo, no sabíamos si de Huancayo a Ayacucho la ruta era transitable. Resulta que la vía era tan angosta que un día se usaba en un sentido y, al siguiente, en el otro (ríe).
Una carrera así significa recorrer el Perú y, al hacerlo, quererlo más…
El automovilismo ha abierto rutas en el Perú. El peruano es fierrero porque Caminos del Inca y las carreras de autos son los únicos evento deportivos que pasa en vivo y en directo por los pueblos más distantes. Ni el fútbol llega a esos lugares, por eso la afición. Cuando yo corría, la gente me gritaba “Henry Bradley”, claro, cómo no me iba a conocer si siempre pasaba por sus pueblos (ríe).
Caminos del Inca es una prueba respetada en el mundo…
Caminos… es una prueba sonada, solo hay que internacionalizarla, y esa inversión debe hacerla el Estado. Sus beneficios económicos y turísticos son enormes. Además, es lindo escuchar a los propios pilotos extranjeros decir que volverán con sus familias, pues el Perú les parecía maravilloso. Acabo de oír al primer ministro: dijo que Caminos del Inca podría ser una carrera más importante aún. Me alegra que el Estado al fin se haya dado cuenta. Yo lo dije hace mucho: podemos hacerla tan grande como el Dakar. Además, por las condiciones de nuestro país, esta prueba, salvo que cometamos alguna torpeza, se quedará en el Perú durante muchos años. Aprovechemos esta circunstancia para tener dos competencias de nivel mundial: el Dakar y Caminos del Inca.
A propósito, usted corrió un Dakar, en 1986…
La idea nació de algunos pilotos amigos. Conseguimos los recursos y nos embarcamos a Europa. Era todo un reto, y los pilotos siempre vamos tras ellos. Además, en mi caso, estaba el antecedente de que en 1978 había ganado la Vuelta a Sudamérica, donde Eduardo Malachowski, otro gran piloto peruano, quedó segundo, a solo 2 minutos y medio… al tercero le sacamos 10 horas (risas). Y mira que recorrimos 28 mil kilómetros; el Dakar, con todo lo importante que es, solo tiene ocho mil.
¿Qué piensa del nivel de nuestros pilotos actuales?
Hay buenos pilotos como Orlandini y Ferreyros. Además, he conducido junto con Nicolás Fuchs y sé que puede ser campeón mundial.
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