Esta semana empezó el invierno y con él, las campañas de ayuda social por el friaje. Se declaró en emergencia y con priorización alta a 225 distritos de la sierra sur del país.
Cada año mueren más de 200 niños por esta causa. Pese a los esfuerzos, la cifra no logra reducirse drásticamente. El problema: el Estado no reconoce su responsabilidad como hacedor de política pública y actúa como un ciudadano caritativo que solo ayuda. La caridad es un don que se valora mucho, pero no puede ser la forma de actuar de los gobiernos, responsables de asegurar nuestro bienestar.
El Estado debe actuar con claridad, pensar en soluciones eficientes de alto impacto y mantener un enfoque preventivo a largo plazo, no en una postura reactiva en casos de emergencia. Se ha dispuesto la compra de más de 228,000 kits de abrigo (una prenda de acuerdo a la edad). Si solo se reparte uno por persona, ¿cómo saben qué talla le tocará a cada uno? ¿Se ha identificado previamente el número y tipo de beneficiario para decidir qué tipo de talla de buzo polar se va a comprar?
El Plan Multisectorial Contra el Friaje intenta hacer una intervención intersectorial responsabilizando a varios ministerios, pero con un enfoque asistencialista y reactivo sin asegurar la trasformación real de la calidad de vida en estas zonas. Del plan, rescato la propuesta de mejorar las viviendas rurales e implementar cobertizos calientes que almacenen comida y ganado, pero para que funcione, debe masificarse.
Dejemos de hacer lo mismo. El friaje no se puede evitar, las muertes y pérdidas económicas sí.
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